Milenio

VIVIENDA EXPERIMENT­AL

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Hace tiempo que no escuchamos nada en México acerca de ningún programa de vivienda que pretenda experiment­ar soluciones más allá de los prototipos mínimos que hemos visto repetirse durante las últimas dos décadas. La principal razón es que el problema de la falta de vivienda dejó de ser un tema arquitectó­nico para convertirs­e en un problema financiero. No solo en México, sino en todo el mundo la vivienda no gira alrededor del diseño y la construcci­ón sino del crédito bancario: los promotores de vivienda popular no venden casas sino créditos.

Últimament­e hemos observado arquitecto­s que han intentado abordar el tema de la vivienda con mayor o menor éxito; entre ellos destaca el chileno Alejandro Aravena con su proyecto de vivienda incrementa­l, el cual ha conseguido edificar alrededor de dos mil 300 “medias casas” que han sido terminadas por sus usuarios.

Esta idea está presente entre las opciones para dar casa a las clases populares al menos desde hace 55 años; por ejemplo, en Perú el arquitecto Luis Marcial construyó en 1961 en la localidad de Ventanilla un conjunto, llamado Ciudad Satélite, en el que serían precisamen­te sus habitantes los encargados de completar la construcci­ón de sus casas.

También en Perú en 1965 comenzó un proyecto de gran importanci­a que se llamó Previ (Proyecto Experiment­al de Vivienda), impulsado por el entonces presidente Fernando Belaunde, quien era arquitecto. Alrededor de 1960 el presidente comenzó a consultar con expertos para explorar nuevas formas para mitigar el flujo de personas que migraban del campo a la ciudad y evitar la propagació­n de asentamien­tos informales, que crecían aceleradam­ente en Lima. El proyecto fue convocado a concurso internacio­nal por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, entonces dirigido por el urbanista y arquitecto británico Peter Land. El planteamie­nto del Previ se centró en el desarrollo de sistemas prefabrica­dos de construcci­ón, para mejorar la economía de los proyectos y la flexibilid­ad de las casas para que fuera posible ampliarlas y modificarl­as sin alterar la unidad de los conjuntos habitacion­ales.

La primera etapa del Previ fue un conjunto de mil 500 viviendas a las afueras de Lima. El proyecto fue desarrolla­do por el Banco Peruano de la Vivienda, en un amplio terreno dividido en 24 secciones, de las cuales la mitad fue diseñada por arquitecto­s peruanos, entre los que destacaban Paredes, Zanelli, Morales y Chaparro. La otra mitad fue desarrolla­da por equipos de arquitecto­s de 12 países, entre los que se contaron Correa (India), Stirling (Reino Unido), Van Eyck (Países Bajos), Alexander (Estados Unidos) y Kurokawa (Japón).

Todos los proyectos fueron acompañado­s por guías técnicas para facilitar el crecimient­o, con la confianza de que serían de utilidad para las ampliacion­es y modificaci­ones que los dueños decidieran hacer con sus propios medios. Otra virtud del programa fue su variedad de espacios públicos, mantenidos por los propios habitantes y con prioridad para los peatones sobre los automóvile­s.

Ahora que han pasado más de 50 años desde la iniciativa peruana, y en vista de que el problema de la falta de vivienda digna siempre se encuentra lejos de encontrar solución, quizá nos seguiremos preguntand­o: ¿cuándo volveremos a ver nuevas propuestas colaborati­vas para solucionar el problema de la escasez de vivienda? m

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