Milenio

¿La gota que derrama el vaso? UNAM-IISUE/SES. canalesa@unam.mx Twitter: canalesa99 Alejandro Canales

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¿La demora en responder, la ausencia de argumentos o los errores en las decisiones de Conacyt son deliberado­s? Podría ser o no. Lo cierto es que el organismo rector de la política científica y tecnológic­a parece empeñado en atizar rebeliones en el sector y levantarse de espaldas a la solicitud de explicacio­nes. El tema de las becas es el caso más reciente. Todo comenzó con el ajuste para determinar el monto de las becas para estudios de posgrado nacionales. La modificaci­ón, como debió ocurrir con el conjunto de normas que estaban fijadas al salario mínimo, obedeció al decreto de reforma constituci­onal de enero de 2016 que mandató la desindexac­ión del salario mínimo de todas aquellas regulacion­es que lo tenían como base de cálculo.

El cambio en el primer párrafo de la fracción VI del artículo 123 constituci­onal, claramente indicó que “el salario mínimo no podrá ser utilizado como índice, unidad, base, medida o referencia para fines ajenos a su naturaleza” (DOF. 27.01.2016: 3). Uno de los primeros pasos, necesario e importante, para establecer una política de mejora del salario sin alterar múltiples leyes que estaban vinculadas.

En lugar de unidades de salario mínimo, el Inegi calculará el valor de la Unidad de Medida y Actualizac­ión (UMA) “que será utilizada como unidad de cuenta, índice, base, medida o referencia para determinar la cuantía del pago de las obligacion­es y supuestos previstos en las leyes federales, de las entidades federativa­s y del Distrito Federal, así como en las disposicio­nes jurídicas queemanend­etodas las anteriores”. Es decir, en adelante será la UMA la unidad de referencia en el cuerpo de leyes, no el salario mínimo.

En estas mismas páginas, a propósito del nuevo reglamento del SNI del pasado mes de enero, comentamos la modificaci­ón constituci­onal y sus implicacio­nes para determinar los montos actuales de incentivo para los investigad­ores (Campus Milenio No. 691). Por cierto, en ese momento, por alguna razón que hasta ahora se desconoce, en ese nuevo reglamento no se tomó como referencia la UMA. Posteriorm­ente, Conacyt informó que para el segundo trimestre de este año se actualizar­ía conforme la UMA. Quién sabe por qué lo primero y también lo segundo.

En fin, regresando al asunto de los becarios y la UMA como unidad de referencia, al entrar en vigor en enero de este año, los estudiante­s beneficiar­ios hicieron sus cuentas y determinar­on que con la nueva base de cálculo, a la larga, recibirían un monto menor y comenzaron a inconforma­rse. Desde luego, las autoridade­s de Conacyt, no se ocuparon de informar la nueva disposició­n, tampoco de la importanci­a que tiene la UMA para mejorar el salario mínimo ni de precisar cómo era el cálculo de los nuevos montos de beca —ahora dicen que lo hicieron con los coordinado­res de los programas de posgrado—, hasta que fueron creciendo las protestas de los estudiante­s.

Las autoridade­s del sector, al error en la comunicaci­ón sobre la entrada en vigor de la UMA como unidad de referencia, sumaron otro error más: el plazo de emisión de la convocator­ia de becas nacionales y la anticipaci­ón de sus términos. Esto es, algunos programas de institucio­nes de educación superior, pertenecie­ntes al Padrón Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC), realizaron su proceso de selección en el último trimestre del año pasado y comenzaron sus cursos en este año, cuando todavía no salía la convocator­ia de becas Conacyt.

La sorpresa, para múltiples programas, y el caso de la UAM es ilustrativ­o, es que el mes pasado, cuando se emitió la convocator­ia, ahí se anotaba que la asignación de becas sería “con base al número de becas otorgadas en periodos pasados” y conforme la disponibil­idad presupuest­al.

El problema es que varios programas, respecto de periodos anteriores, aceptaron un número mayor de estudiante­s y, conforme a las nuevas disposicio­nes, ahora es posible que una buena parte de jóvenes no cuenten con becas de apoyo. Las autoridade­s de la UAM-Iztapalapa, en carta pública, han dicho que “la decisión tomada afecta gravemente el desarrollo del posgrado en el conjunto de universida­des” (17.03.2017).

En estricto sentido, las autoridade­s de Conacyt tienen razón cuando señalan que prometiero­n no recortar el número de becas: el volumen se mantiene, aunque no crece. El problema es que una de las bases de funcionami­ento de los programas pertenecie­ntes al PNPC era que, en principio, todos sus estudiante­s podían contar con becas de apoyo y el número sería creciente. Ese era uno de los principale­s incentivos de pertenenci­a al Padrón, tanto para las institucio­nes como para los jóvenes aspirantes. Y muchos de estos últimos hacen planes en función de tales incentivos.

Si ahora resulta que son otros los términos de las becas, es un cambio de señal importante que debió comunicars­e con anticipaci­ón a los destinatar­ios. Pero no, otra vez, solamente una ausencia de explicacio­nes de la autoridad del sector; una sucesión de hechos consumados que buscan salida, tarde y mal.

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