El deber y el haber
Qué difícil resumir en 4 mil 500 caracteres un análisis del Modelo Educativo (ME), presentado finalmente el pasado día 13 en Palacio Nacional. Dos de los tres textos en que se contiene no son breves y, además, están cargados de datos, explicaciones y, en algunos casos, de postulados. Aún utilizando twitter, dicho resumen no es sencillo. Un intento de ello, en 140 caracteres, sería el siguiente: esperanzadora la nueva versión del modelo educativo. Apunta bien pero con muchos condicionantes. Necesarísimo apresurar su implementación.
A lo largo de la semana transcurrida desde entonces (escribo esto el lunes 20), es mucho lo que se ha expresado en torno al ME. Paradójicamente, son muy pocos los comentarios que se ciñen estricta y exclusivamente a él, en su característica esencial de documento. Con una intención parecida a esto último, aquí se presenta un esbozo de todo ello.
La nueva versión del ME es esperanzadora (texto dos, 220 pp.). La presentada el 13 de julio pasado se ha modificado sustancialmente. Los ocho meses transcurridos fueron fructíferos. Sirvieron para recoger opiniones de los actores e individuos interesados en la parte clave de la Reforma Educativa. Entre aquella versión de julio y la de la semana pasada hubo un mejoramiento sustancial. El conjunto de documentos tiene como característica distintiva la de conservar la estructura original, consistente en presentar el ME a partir de cinco ejes rectores: a) el planteamiento curricular; b) la escuela al centro del sistema educativo; c) formación y desarrollo profesional docente; d) inclusión y equidad; e) la gobernanza del sistema educativo. En el paso de una versión a otra los ejes conservaron su esencia pero se enriquecieron con acciones que, además, fueron expuestas con mayor precisión (la propuesta del Programa Nacional de Inglés, por ejemplo).
El tercero de los textos (Ruta para la Implementación del ME, 160 pp.), aborda y enfrenta la crítica más persistente desde que se dieron a conocer los aspectos generales del ME, en aquellos días del discurso inaugural del Presidente Peña, las acciones del Pacto por México y la Reforma Constitucional al Artículo Tercero. Se trata de la parte relativa a los cómos. La principal cualidad de este volumen, salvo algunas excepciones, es identificar cada una de las actividades a desarrollar (en educación básica y en media superior), describir las metas de cada una de ellas (en términos cuantitativos, principalmente, con la expresión de autoridades a cargo e identificación de indicadores aplicables), así como las fechas en que aquellas deben cumplirse. No obstante esos elementos, la propuesta resulta muy osada, política y pedagógicamente hablando: al régimen le quedan 18 meses de gestión (a partir del 1º de abril) y el cúmulo de actividades enlistadas es enorme: ¿se logrará recuperar el tiempo perdido?
Por contrapartida, la principal debilidad de los documentos es de omisión: no referirse a aquél retraso y silenciar algunas de las realidades que lo siguen y, seguramente, lo seguirán condicionando en su avance. Lo primero tiene que ver con las protestas (las legítimas pero también las no pacíficas) que alteraron la gobernabilidad en varias ciudades del país, incluyendo la capital de la República. Lo segundo se relaciona con la propia oposición interna, ‘fuego amigo’ o simple táctica de la federación (localizada en la Segob) la cual, en aras de esa gobernabilidad, resolvió “renunciar a recuperar la rectoría de la educación” en algunos de los estados de la República (según explica Carlos Ornelas en la amplia entrevista concedida a Andrés Becerril en Excelsior, 18 de marzo). ¿Debería consignarse esto en el documento del Modelo? Si, dada la extrañísima fecha de la vigencia efectiva de la Reforma, a finales de agosto del próximo año, a sólo seis semanas del inicio de un nuevo sexenio y, sobre todo, cuando el Secretario Nuño (no obstante las evidencias y amparos ya interpuestos) afirmó contundentemente en la ceremonia del día 13 que “el Nuevo Modelo Educativo no admite concesiones políticas”.
Frente a las nuevas cualidades del ME como documento, la ruta de su implementación sigue erizada de condicionantes. ¿Quedará sólo como un antecedente histórico fallido o se convertirá en una propuesta que logre efectivamente reformar el sistema educativo nacional?