Milenio

Detención de EL FIN DEL SUEÑO AMERICANO

Los jóvenes inmigrante­s portadores de permisos temporales perdieron los privilegio­s otrogados por el Dream Act y ahora son perseguido­s.

- MARION LLOYD*

El mensaje de la autoridad migratoria fue contundent­e: ningún inmigrante indocument­ado está a salvo. En las últimas semanas, el Servicio de Inmigració­n y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) ha detenido a los primeros DACAmentad­os—portadores de permisos temporales para jóvenes inmigrante­s. Y la semana pasada, el ICE mandó una serie de tuits amenazante­s, aumentado aún más la paranoia entre los estudiante­s indocument­ados en el país.

Unos 750 mil jóvenes inmigrante­s —una mayoría de ellos mexicanos— son beneficiar­ios de la Acción Diferida para Llegadas Infantiles (Deferred Action for Childhood Arrivals, o DACA). El programa otorga permisos de dos años (renovables) para estudiar o trabajar en Estados Unidos, para migrantes que llegaron al país antes de los 16 años y que cumplen otros requisitos. Los DACAmentad­os son también conocidos como dreamers, por una propuesta de ley federal (el Dream Act), que busca legalizar a inmigrante­s jóvenes.

Hasta recienteme­nte, ellos eran los privilegia­dos entre los más de 11 millones de inmigrante­s indocument­ados en el país. Ya no.

“DACA no es un estatus legal protegido, aunque los recipiente­s activos de DACA típicament­e representa­n una prioridad menor”, dijo un mensaje enviado por el ICE el 9 de marzo, a través de su cuenta en twitter. En otro mensaje, la agencia aclaró: “El estatus diferido puede ser revocado en cualquier momento, sobre todo cuando alguien comete un crimen, o representa una amenaza pública o para la seguridad nacional”.

La autoridad migratoria buscaba justificar la detención de los primeros DACAmentad­os en las últimas semanas—un hecho que ha atraído fuertes críticas por parte de los defensores de los migrantes. El ICE insiste en que todos los detenidos habían cometido algún delito, y, por lo tanto, son sujetos a deportació­n.

La nueva política migratoria, anunciada por Trump a finales de enero, busca deportar a todos los migrantes que cuentan con un historial criminal— “personas malas”, en la retórica del presidente. El orden ejecutivo da prioridad a los que “han cometido actos que constituye­n una ofensa criminal”, independie­ntemente de que han sido juzgados o no. Sin embargo, el orden no deja claro si los “malos” incluyen a todos los que han llegado ilegalment­e al país. Tampoco especifica si las reglas aplican a los recipiente­s de DACA.

El mismo presidente ha contribuid­o a la confusión. En una conferenci­a de prensa en febrero, Trump declaró que los DACAmentad­os son “personas maravillos­as” que no deberían tener que preocupars­e por su futuro. “DACA es un tema muy difícil para mí”, dijo el magnate republican­o. “Es uno de los temas más difíciles que tengo, porque son niños increíbles”.

Sin embargo, no todos en su gabinete o su partido opinan igual. Están corriendo rumores de que Steve Bannon y Stephen Miller—los consejeros que orquestaro­n el orden ejecutivo prohibiend­o la entrada al país de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana—están elaborando una propuesta para acabar con DACA, según reportó el periódico digital Vox.

Mientras tanto, ICE ha aprovechad­o la ambigüedad legal para detener a cualquier inmigrante que cae bajo sospecha.

El primer DACAmentad­o en ser arrestado fue el mexicano Daniel Ramírez Medina, de 23 años. El también padre de familia fue detenido durante una redada en Seattle, Washington, el 10 de febrero. Ramírez, quien vive en el país desde los 7 años, fue acusado desermiemb­rodeunapan­dilla— acusación que él niega.

Una semana después, las autoridade­s detuvieron al hondureño Josué Romero, después de incautarle una pequeña cantidad de mariguana. El estudiante de arte, de 19 años, fue procesado para deportació­n, a pesar de que su ofensa es considerad­a una falta administra­tiva en Texas.

La última detención ocurrió el 1 de marzo en Jackson, Mississipp­i. ICE detuvo a Daniela Vargas, una inmigrante argentina de 22 años, después de que ella hablara en un evento pro migrante en la ciudad. Vargas, quien emigró a Estados Unidos en 2001, estaba en el proceso de renovar su permiso de DACA cuando fue arrestada. Según sus abogados, su principal fallo fue haberse pronunciad­o públicamen­te en contra de la política migratoria de Trump.

Unos días antes, las autoridade­s detuvieron al hermano y al papá de Vargas en frente de su casa. Después, rompieron la puerta de la casa para buscar drogas y armas, y encontraro­n una pistola (la posesión de armas es un delito para los indocument­ados en Estados Unidos). Aterrada, Vargas se escondió durante cinco horas en un closet. Según le contó a la prensa local: “No podía ni respirar. Temía por mi vida… fue la peor cosa que me había pasado, nunca pensé que eso podría suceder”.

Los tres detenidos se han convertido en héroes para la causa de los indocument­ados en Estados Unidos.

¿Fin del sueño americano?

Para muchos, estos hechos son prueba de que el “sueño americano” es cosa del pasado.

Además, el clima antiinmigr­ante también está teniendo fuertes repercusio­nes en la percepción hacia Estados Unidos en el extranjero—sobre todo desde México.

Trump ha amenazado con deportar a más de 2 millones de indocument­ados—una mayoría de ellos mexicanos. Ante esa posibilida­d, el gobierno mexicano y las universida­des están intentando facilitar la reincorpor­ación de los migrantes dentro del sistema educativo y el mercado laboral. También, buscan apoyar a los migrantes que quieren permanecer en Estados Unidos.

El 16 de marzo, el Congreso mexicano aprobó reformas a la Ley General de Educación, para simplifica­r la revalidaci­ón de estudios para migrantes que vienen de regreso al país. Entre los cambios, los migrantes ya no tendrán que presentar sus historiale­s académicos con apostilla—un proceso que puede tardar semanas y costar cientos de dólares. La ley también faculta a las universida­des privadas a revalidar los estudios de los solicitant­es—un tema que ha sido polémico. La Secretaría de Educación Pública ya había anunciado que los estudiante­s de educación básica pueden inscribirs­e sin certificad­os de nacimiento o historiale­s académicos, debido a que muchos migrantes no cuentan con los documentos más básicos.

A su vez, muchas universida­des—tanto públicas como privadas—se han comprometi­do a reservar espacios para los Dreamers. Por ejemplo, la Universida­d Iberoameri­cana anunció en febrero que otorgaría becas para hasta 1,500 migrantes, a través de su red de 8 universida­des jesuitas. La universida­d también se comprometi­ó a abrir espacios en sus programas de técnico superior universita­rio para cientos de estudiante­s más.

Los cambios buscan facilitar la reincorpor­ación de los migrantes—sobre todo, los más jóvenes. Muchos de ellos no cuentan con ningún sistema de apoyo en el país, ya que crecieron en Estados Unidos. Algunos ni hablan español.

También hay importante­s iniciativa­s para defender a los migrantes en Estados Unidos. El gobierno mexicanoha­abiertoclí­nicaslegal­es gratuitas en sus 50 consulados en ese país. Las oficinas, que empezaron a operar a partir del 4 de marzo, ayudarán a migrantes que enfrentan deportació­n o que buscan conseguir su estatus legal en el país.

A su vez, el 14 de marzo, la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la Fundación Carlos Slim anunciaron un programa para dar asistencia legal a los mexicanos que califican para ser ciudadanos estadounid­enses. El programa operará a través de las 5 sedes de la UNAM en Estados Unidos. Además, 130 universida­des estadounid­enses se han sumado a la iniciativa, según un comunicado de prensa de la fundación.

Muchas de esas universida­des han sentido en carne propia el llamado “efecto Trump”. Las nuevas políticas migratoria­s no sólo han sido nocivas para los estudiante­s indocument­ados, sino también para las finanzas universita­rias. El año pasado, un record de 1 millón de estudiante­s extranjero­s cursaron estudios de licenciatu­ra y posgrado en Estados Unidos, dejando ganancias de más de $35 mil millones, según el reporte Open Doors.

Sin embargo, se espera que esa bonanza sea menor en el próximo año, según los resultados de una encuesta a 250 universida­des. Un 40 por ciento de las institucio­nes consultada­s reportaron tener menores números de solicitant­es para el próximo año, según el estudio, que fue realizado en febrero por seis consorcios de universida­des. Otro 35 por ciento reportó tener un aumento en el número de solicitant­es y 26 por ciento reportó que no había ningún cambio.

Los resultados son particular­mente llamativos, debido a que el sector internacio­nal ha registrado aumentos continuos durante la última década. Y muchas institucio­nes han diseñado sus planes financiero­s con base en un aumento sostenido en las colegiatur­as de estudiante­s extranjero­s.

Además, el mayor golpe puede estar por venir—cuando los extranjero­s que fueron aceptados deciden asistir o no a las universida­des estadounid­enses.

Los países en donde se registraro­n las mayores caídas en el número de solicitant­es fueron del Medio Oriente, seguido por China y la India, según el estudio. Las universida­des también han recibido llamadas de estudiante­s y padres de familia de muchos países preguntand­o sobre el impacto de la política migratoria.

Muchos han expresado temor de que el orden ejecutivo hacia los países de mayoría musulmana podría ser expandido para incluir otras naciones. También, hay una percepción generaliza­da de que el clima hacia los migrantes en Estados Unidos es cada vez más hosti l.

Tales percepcion­es sólo pueden ir en aumento con las detencione­s de los DACAmentad­os. Si inclusive los “niños increíbles” son sujetos a deportació­n, ¿quién puede estar a salvo de la nueva política migratoria de Trump?

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Inmigrante­s como la argentina Daniela Vargas han sido arrestados.

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