EL NUEVO MODELO EDUCATIVO
Más allá de la retórica, la propuesta es un buen intento de modernización
Si dejamos de lado los excesos retóricos, se puede sostener que el llamado nuevo modelo educativo encierra una promesa de mejora en relación con las definiciones precedentes. Su virtud principal no deriva como alguien dijo de la consulta de que fue objeto.
No, la virtud principal del nuevo modelo reside en que representa un esfuerzo inédito por articular diversos niveles y componentes educativos: la gestión escolar, el servicio profesional docente, la formación docente, el servicio de asistencia técnica a la escuela, el planteamiento curricular y pedagógico, etc.
Colocar la escuela al centro del sistema educativo, no es un mérito secundario. Es un acierto y un desafío. Se trata del primer esfuerzo por otorgarle a la escuela el lugar que merece y que necesita para cumplir eficazmente con su función social. Significa desplazar poder de arriba hacia abajo. Por lo demás, todos sabemos que la materialización de este propósito exigirá un esfuerzo académico, político, administrativo y financiero enorme.
Darle centralidad de la escuela implica edificar una escuela con autonomía de gestión y, a la postre, con autonomía académica. La autonomía de gestión supone dotarla con recursos financieros, personal administrativo, infraestructura digna, mobiliario adecuado, bibliotecas, equipo tecnológico, conectividad, laboratorios, etc. Dicha autonomía supone, necesariamente, que la escuela pueda valerse por sí misma —o contar con apoyos eficaces en su entorno inmediato—para resolver sus necesidades materiales.
Este último problema no está resuelto cabalmente. La autonomía académica, por su parte, supone que el colectivo docente tenga capacidad de decisión sobre el currículum y sobre las decisiones didácticas estratégicas. En México los planes de estudio se deciden, como se sabe, centralmente (por la SEP); no obstante, el nuevo modelo se propuso poner a prueba la idea de que un cierto porcentaje del currículum pueda ser manipulado y adaptado a las circunstancias por parte de los docentes.
Se trata de una experiencia sin precedente cuyo éxito dependerá, en gran parte, de que se le evalúe de manera sistemática y puntual. Pero el corazón del nuevo modelo lo representa el planteamiento curricular que se apoya varias innovaciones: un perfil de egreso, aprendizajes clave, habilidades socio-emocionales, etc. .
Para efectos didácticos resulta muy útil la formulación explícita de los fines de la educación que se presentan en documento aparte y organizados, en cada nivel educativo, a través de once campos torales (saber expresarme, disfrutar los números, abrirme al mundo, analizar y resolver, construir mis metas, trabajar en equipo, ser buen ciudadano, valorar el arte y la cultura, cuidar mi salud, respetar la naturaleza y aprovechar el mundo digital).
También es de destacarse que, junto a los temas académicos se incorpora en el currículum el eje “desarrollo personal y social de los estudiantes” innovación que, desde luego, debe ser aplaudida en la nueva formulación curricular. En fin, en conjunto se trata de una propuesta rica que recoge experiencias fecundas del pasado, pero incluye cambios importantes y prometedores.