Milenio

Una lección de Obama

- ALFREDO C. VILLEDA www.twitter.com/acvilleda

La Secretaría de Educación Pública anunciará el martes próximo el proyecto Cultura en tu Escuela, cuyo tercer punto dedica a los libros y la lectura, para lo que considera impartidor­es de talleres, promoción en las normales, dotación de títulos infantiles de coleccione­s del Fondo de Cultura Económica para escuelas y la Feria Internacio­nal del Libro Infantil y Juvenil.

Siempre será oportuno que haya iniciativa­s para fomentar la lectura y como parte del nuevo modelo educativo, ya incluso se lanzó un programa piloto específico en 70 escuelas de la Ciudad de México y el reparto de 200 mil libros, lo que se entiende se ampliará a partir del próximo ciclo escolar.

Como la lectura tiene un rol principal en las personas, aunque a algunos pueda parecerle increíble hay presidente­s que sí leen, leen, y se pueden sentar con un periodista a hablar sobre gustos, autores, influencia­s y hasta motivacion­es para tomar decisiones.

Pocos días antes de dejar la Casa Blanca, Barack Obama platicó con Michiko Kakutani, titular del área de crítica de libros del New York Times, con quien compartió de entrada que regaló a su hija Malia Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, y otros que acaso no sean muy leídos ahora pero que a él le parecen interesant­es, como El cuaderno dorado, de Doris Lessing, y La guerrera, de Maxine Hong Kingston.

Obama cuenta que durante su gestión fue muy importante tomar de vez en vez alguna novela, pues de costumbre se la pasaba leyendo resúmenes políticos, memorandos e iniciativa­s, poniendo a trabajar esa muy analítica parte del cerebro que de alguna forma le hace perder al lector la profundida­d que ofrece la ficción.

La ficción, dice Obama, es útil para recordarle al servidor público las verdades debajo de la superficie de lo que se habla a diario y es una forma de ver y escuchar voces de las multitudes de su país, como la novela El tren subterráne­o, de Colson Whitehead, una memoria de las formas en que el dolor de la esclavitud se transmite por generacion­es y cómo cambia mentes y corazones.

Bueno, no solo fue capaz de hablar de más de tres títulos que lo hayan marcado, sino que conversó sobre géneros y aun de estructura, por ejemplo en relación con la novela Perdida, de Gilliam Flynn.

Qué bueno, por eso, que haya un apartado específico para la lectura en el nuevo esquema educativo mexicano. Urge. M

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