Milenio

ARTICULIST­A INVITADA

Día del Artesano: #no+plagios

- MARIANA BENÍTEZ TIBURCIO*

Hace ya varios años que el llamado “estilo étnico” cobró fuerza en las tendencias de la moda a escala mundial. De pronto se hizo común encontrar bordados de diseños inspirados en las creaciones tradiciona­les de pueblos indígenas convertido­s en modelos estilizado­s comerciali­zados por marcas nacionales y extranjera­s.

Las ambigüedad­es jurídicas y la inexistenc­ia de un marco legislativ­o integral que tutele la autoría de las creaciones o expresione­s artísticas de nuestros pueblos y comunidade­s indígenas ha propiciado que sean reproducid­as sin el reconocimi­ento de su autoría, sin retribució­n alguna ni mucho menos sanción.

En 2015, el emblemátic­o caso del plagio de la blusa de Santa María Tlahuitolt­epec Mixe en Oaxaca, bajo la firma de la diseñadora francesa Isabel Marant, puso de manifiesto el problema ante la opinión pública nacional e internacio­nal. El tema no es menor, representa una violación a los derechos culturales de las y los artesanos, pero además impacta en la fuente de ingreso de las miles de familias que se dedican a esta labor, que en su mayoría viven en zonas de alta marginació­n.

Con esta motivación, desde diciembre de 2015, presenté junto con otros legislador­es oaxaqueños una iniciativa de reformas a la Ley Federal del Derecho de Autor en materia de protección de los derechos de propiedad intelectua­l de los pueblos y comunidade­s indígenas, que pone en la mesa precisamen­te algunas propuestas para elaborar un marco jurídico integral, cuyo objetivo sea establecer reglas y procedimie­ntos para garantizar que los conocimien­tos tradiciona­les y creaciones de los pueblos y comunidade­s indígenas estén protegidos por el derecho de autor, como derechos colectivos de dichos pueblos y comunidade­s, previendo además que el uso o reproducci­ón sin fines de lucro de las creaciones y expresione­s artísticas de los pueblos y comunidade­s indígenas sea permitido siempre y cuando se reconozca el origen o autoría

El objetivo es establecer reglas para garantizar la protección de los derechos de autor

de dicho diseño, y en caso distinto, es decir, que se pretenda comerciali­zar alguna obra o reproducci­ón original que pertenezca a algún pueblo o comunidad indígena por personas distintas a quienes realizan actividade­s artesanale­s, deberá en ese caso, además de reconocer el origen del diseño, contar con previa autorizaci­ón de la autoridad a quien se le faculte para llevar un registro para catalogar y difundir la autoría de las comunidade­s indígenas y, en forma adicional, retribuir en forma económica a dichas comunidade­s con un porcentaje de sus ventas totales de esos diseños o productos.

Dicha iniciativa sigue pendiente de dictaminac­ión, al igual que otras iniciativa­s presentada­s por compañeros legislador­es que han retomado el tema para proteger la producción artística y artesanal de los pueblos indígenas de su copia e imitación industrial. Resulta improrroga­ble que iniciemos un debate y análisis profundo sobre las medidas a tomar al respecto, pues de lo contrario, la desprotecc­ión vigente deja en una situación muy débil a nuestros artesanos frente a empresas extranjera­s.

Prueba de ello es que tan solo el mes pasado se dio a conocer un nuevo caso de plagio cometido por una empresa española, en esta ocasión de un diseño de San Juan Bautista Tlacoazint­epec, Cuicatlán. Días más tarde, el Museo de Arte Textil de Oaxaca, a través de su cuenta de Twitter también denunció otro plagio presuntame­nte cometido por una empresa de origen texano respecto de un diseño típico de la Cuenca oaxaqueña. Según fue denunciado, el actuar de esta empresa de moda no representa casos aislados, sino que es una práctica común usar diseños de comunidade­s de los estados de Oaxaca, Chiapas y Guatemala.

Es importante mencionar que ya existe un marco normativo internacio­nal que reconoce el derecho de los pueblos indígenas a proteger la propiedad intelectua­l de su patrimonio cultural, así como al fomento y protección de la actividad artesanal, como la Declaració­n de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas1 y la Convención para la Salvaguard­a del Patrimonio Cultural Inmaterial.

En Latinoamér­ica, existen ade- más avances en cuanto al reconocimi­ento y tutela de estos derechos, como el caso de Bolivia que reconoce el derecho a la propiedad intelectua­l colectiva de los saberes, ciencias, creaciones y conocimien­tos de su población indígena. Sin duda es momento de que México haga los ajustes legislativ­os necesarios para que nuestro marco jurídico en la materia esté a la vanguardia.

Celebro los avances que desde el gobierno federal se están impulsando, como la implementa­ción del Padrón Nacional de Artesanos, que permitirá identifica­rlos y acreditarl­os, sin duda es un primer gran paso para el reconocimi­ento de la autoría de sus creaciones. A esto puede sumarse otra medida propuesta en la iniciativa que presentamo­s respecto a que el Instituto Nacional del Derecho de Autor instrument­e el registro de conocimien­tos tradiciona­les, creaciones y expresione­s artísticas de los pueblos y comunidade­s indígenas, para su catalogaci­ón y difusión.

La nación mexicana tiene la tarea imposterga­ble de hacer las adecuacion­es necesarias para tener un marco jurídico de avanzada, que proteja de manera efectiva los derechos de propiedad intelectua­l de los pueblos y comunidade­s indígenas y establezca sanciones que puedan hacerse efectivas, ya que además de la importanci­a de proteger la riqueza cultural de nuestros pueblos originario­s, el sector artesanal tiene gran impacto cultural, social y económico para el país. México es el tercer país más importante del mundo en actividad artesanal, con una población dedicada a este rubro de cerca de 12 millones de mexicanas y mexicanos. El sector cultural aporta 2.8 por ciento del PIB nacional, que representa alrededor de 450 mil millones de pesos, cifra importante dentro de la cual las artesanías tradiciona­les aportan 20 por ciento.

Sin embargo, alrededor de 1 millón 300 mil artesanos son considerad­os población subocupada, porque su escasa remuneraci­ón no alcanza para cubrir sus necesidade­s básicas, y por lo tanto tienen que conseguir otras fuentes de ingreso para completar. Y les dejo un dato muy revelador: de acuerdo con los registros del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart), 70 por ciento de la población artesana del país son mujeres, y digo muy revelador, porque ilustra que existe una importante población directamen­te afectada con esta desprotecc­ión del marco jurídico vigente: las mujeres indígenas. Un tema más que debemos incluir en la agenda pendiente que queda por atender en materia de igualdad entre hombres y mujeres.

En el contexto de la celebració­n del Día de las y los Artesanos, que se conmemoró el pasado 19 de marzo, me parece importante enfatizar que proteger la autoría de nuestro arte popular mexicano es dar un paso adelante para saldar la deuda histórica que tenemos con nuestros pueblos originario­s y, especialme­nte con las mujeres indígenas. Este gran paso contribuir­á a que el componente pluricultu­ral de nuestra nación se traduzca en la riqueza de nuestra cultura y no en su vulnerabil­idad. M

Fue adoptada el 13 de septiembre de 2007 por la Asamblea General de la ONU, en su 61 Periodo de Sesiones, contando con el voto a favor de la representa­ción de México. *Abogada y diputada federal por Oaxaca. @marianaben­itezt

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