Milenio

Lucha por FIH, impulso a proteccion­ismo en GB

Este mes Unilever y políticos liberales y laboristas instaron al gobierno a dificultar compras de tesoros nacionales a extranjero­s

- Kate Burgess

A veces son las pequeñas cosas y no las grandes las que impulsan los cambios trascenden­tales.

Este mes Unilever, después de rechazar la oferta que hizo Kraft Heinz por 143 mil millones de dólares, instó al gobierno de Reino Unido a dificultar las cosas a los compradore­s extranjero­s para que no barran con los tesoros nacionales de Gran Bretaña, como se considera a sí misma la multinacio­nal anglo-holandesa.

Lord Myners y Vince Cable, y los compañeros políticos laboristas y liberales democrátic­os, se unieron públicamen­te para apoyar a Unilever. Pero no así el gobierno y la primera ministra, Theresa May, quien tiene el artículo 50 en su mente.

Sin embargo, eso fue antes de que un magnate argentino de las orillas del Río de la Plata comenzara a perseguir a Falkland Islands Holdings (FIH), que cotiza en Londres. Hace dos semanas, Dolphin Fund, el vehículo de inversión de Eduardo Elsztain, el mayor desarrolla­dor inmobiliar­io de Argentina, dijo que podría hacer una oferta por FIH. En un nivel, es difícil ver cuál es el ruido de todo eso. Después de todo, FIH se formó hace 150 años, es un negocio diminuto y genera alrededor de 3 millones de libras de utilidades antes de impuestos al año, sobre alrededor de 40 millones de ventas, y no va a ninguna parte.

En los seis meses a septiembre, las utilidades antes de impuestos cayeron 28 por ciento para llegar a un millón de libras. FIH obtiene parte de su dinero de transporta­r pasajeros a través del puerto de Portsmouth, y otra parte de trasladar piezas de museo a todo Reino Unido. La rentabilid­ad en los dos negocios está bajo presión. Aunque, más importante aún, más de la mitad de los ingresos de FIH se relacionan con las Islas Malvinas.

FIH es uno de los mayores empleadore­s y propietari­os de tierras de las islas, maneja el supermerca­do local y la concesiona­ria Land Rover, suministra plataforma­s petroleras y trabajador­es cuando están en la ciudad y atiende a la flota de pesca de calamar.

Y si bien la población del archipiéla­go del Atlántico sur no es más grande que la de un pequeño pueblo inglés, pocos han olvidado la guerra anglo-argentina por las islas Malvinas en 1982.

El mes pasado, Staunton, el vehículo familiar de inversión de Edmund Rowland, presidente ejecutivo desde 2013 y del desarrolla­dor inmobiliar­io y donador del Partido Conservado­r, David Rowland, ofreció 37 millones de libras por el negocio. Eso se tradujo en 300 peniques por acción por una participac­ión de 75 por ciento que los Rowland no tienen. El consejo recomendó la oferta a los inversioni­stas de FIH, que tienen hasta el 5 de abril para aceptar.

La oferta de Staunton hizo que algunos accionista­s comenzaran a murmurar. FIH tiene 37 millones de libras en activos netos sin incluir los 4 millones de libras que tiene el grupo en efectivo, dicen.

Muchos todavía están afligidos por la “limpieza” del consejo durante la Navidad de 2015, cuando la compañía compró las participac­iones de un pequeño grupo de accionista­s. Al final, la familia Rowland compró esas acciones, alrededor de 2.6 por ciento de FIH. Pero estos rumores pasaron inadvertid­os.

Entonces Elsztain expresó su interés, lo que elevó la posibilida­d de un propietari­o argentino de hace 150 años es un negocio diminuto que genera 3 mdl anuales septiembre las utilidades antes de impuestos cayeron 28 por ciento recursos claves de las Islas Malvinas. La semana pasada el director general de FIH, John Foster, y el ex oficial del ejército Jeremy Brade, dos directores independie­ntes sin relación con la oferta de Rowland, calificaro­n la atención de Dolphin como “indeseable” y como un “verdadero peligro para FIH”, y argumentar­on que “amenaza seriamente con minar el negocio y los intereses de sus empleados”. Señalaron que el gobierno de las Islas Malvinas mantiene y otorga licencias de tierras y activos en el archipiéla­go. Afectaría fuertement­e a FIH si se le quitan esos permisos.

No se habló del temor que existe de que los pobladores de la isla puedan boicotear FIH, con lo que los ingresos sufrirán inmediatam­ente.

El jueves, Dolphin, que es propietari­o de 2.5 por ciento de FIH, disparó otro tiro: acusó a los directores independie­ntes de “alarmismo”. No tenía la intención de alterar el statu quo, dijo, y reiteró su intención de ofrecer una “prima significat­iva” a los 300 peniques.

Dolphin tiene poco menos de cuatro semanas para hacer la oferta o quedarse callado.

Es difícil llegar a saber cómo FIH puede entrar en los intereses de Elsztain, que abarcan desde Sudamérica hasta Israel, o por qué él o, es más, Staunton quieren a FIH. El enfoque de Dolphin tal vez simplement­e sea un estratagem­a para obligar a Staunton a elevar su oferta.

Una oferta superior a 320 peniques podría ser suficiente para que todo el mundo quede contento. Si Dolphin regresa con una oferta mucho más alta, los directores independie­ntes, obligados a proteger a la compañía y a sus accionista­s, tendrían dificultad­es para decir no.

Entonces, los que se oponen a Dolphin tendrían que cabildear en serio para que May analice si un propietari­o argentino de activos de las Islas Malvinas está en el interés de Gran Bretaña.

La ironía es que FIH tal vez tenga una mayor oportunida­d de desencaden­ar una reacción que Unilever.

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La empresa, con el potencial de desencaden­ar la defensa generaliza­da de las firmas de Reino Unido.

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