Milenio

El bullying cibernétic­o, I

- Paulina Rivero Weber

Uno de los anglicismo­s más empleados en nuestro idioma a lo largo de la última década ha sido el término bullying, y debo añadir, por causas lamentable­s. Bullying es un un tipo de conducta agresiva que se caracteriz­a por su constante repetición y por el desempoder­amiento de la víctima para responder en defensa propia, ya sea por la diferencia en fuerza física, psíquica, emocional o verbal.

El bullying cibernétic­o presenta los tres últimos factores mencionado­s: la fuerza verbal, generalmen­te vulgar, hace que la víctima se niegue a responder al mismo nivel de vulgaridad con el que es atacada. El alcance que este tipo de acoso llega a tener en las redes sociales puede hacer aun más grave el daño psíquico y emocional.

Se ha estudiado mucho el origen de este fenómeno. En algunos casos el actor fue a su vez víctima en el pasado, en ciertos casos se trata de personas narcisista­s y en otros predomina un fuerte complejo de inferiorid­ad. En lo que parecen coincidir todos esos acontecimi­entos es en que la actividad va acompañada de envidia y resentimie­nto (Stale Einarsen, Bullying and Emotional Abuse in the Workplace). Hablemos brevemente de la envidia y dejemos para la siguiente semana una reflexión más pausada sobre el resentimie­nto.

Baruch Spinoza consideró que “la envidia es el odio que afecta al individuo de tal modo que se entristece con la felicidad del otro, y se alegra con su mal” (Ética, III: Definicion­es de los afectos, XXIII). Lo contrario sería el alegrarse ante el bien ajeno y entristece­rse con su mal: congratula­rse y ser solidario.

La falta de empatía, que bloquea la capacidad de congratula­rse y ser solidario, debe hacer sufrir también al que lleva a cabo el bullying, pero no por lo anterior merece un perdón a la ligera, pues en cualquiera de sus manifestac­iones esa conducta daña: es por ello que es una acción que requiere una sanción o al menos una consecuenc­ia.

Denunciar el bullying es responsabi­lidad de todos los que lo presencian, sean o no afectados por éste. Los más vulnerable­s son los niños y jóvenes, pero para el bullying no hay edad; como violencia que es, debe combatirse en cualquier lugar donde se presente. m

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