El bullying cibernético, I
Uno de los anglicismos más empleados en nuestro idioma a lo largo de la última década ha sido el término bullying, y debo añadir, por causas lamentables. Bullying es un un tipo de conducta agresiva que se caracteriza por su constante repetición y por el desempoderamiento de la víctima para responder en defensa propia, ya sea por la diferencia en fuerza física, psíquica, emocional o verbal.
El bullying cibernético presenta los tres últimos factores mencionados: la fuerza verbal, generalmente vulgar, hace que la víctima se niegue a responder al mismo nivel de vulgaridad con el que es atacada. El alcance que este tipo de acoso llega a tener en las redes sociales puede hacer aun más grave el daño psíquico y emocional.
Se ha estudiado mucho el origen de este fenómeno. En algunos casos el actor fue a su vez víctima en el pasado, en ciertos casos se trata de personas narcisistas y en otros predomina un fuerte complejo de inferioridad. En lo que parecen coincidir todos esos acontecimientos es en que la actividad va acompañada de envidia y resentimiento (Stale Einarsen, Bullying and Emotional Abuse in the Workplace). Hablemos brevemente de la envidia y dejemos para la siguiente semana una reflexión más pausada sobre el resentimiento.
Baruch Spinoza consideró que “la envidia es el odio que afecta al individuo de tal modo que se entristece con la felicidad del otro, y se alegra con su mal” (Ética, III: Definiciones de los afectos, XXIII). Lo contrario sería el alegrarse ante el bien ajeno y entristecerse con su mal: congratularse y ser solidario.
La falta de empatía, que bloquea la capacidad de congratularse y ser solidario, debe hacer sufrir también al que lleva a cabo el bullying, pero no por lo anterior merece un perdón a la ligera, pues en cualquiera de sus manifestaciones esa conducta daña: es por ello que es una acción que requiere una sanción o al menos una consecuencia.
Denunciar el bullying es responsabilidad de todos los que lo presencian, sean o no afectados por éste. Los más vulnerables son los niños y jóvenes, pero para el bullying no hay edad; como violencia que es, debe combatirse en cualquier lugar donde se presente. m