Milenio

El país del juez Anuar González Hemadi

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Vivo en un país en el que un juez, de nombre Anuar González Hemadi, está convencido de que tocar a una mujer en los senos sin su consentimi­ento mientras otros le meten los dedos a la vagina, sin que ella lo quiera, no es un abuso sexual.

Vivo en un país en el que un juez, de nombre Anuar González Hemadi, piensa que si uno no dice abiertamen­te que quiere copular, puede seguir tocándole los senos a esa mujer mientras sus amigos le meten los dedos en la vagina. No hay delito. Sí. En ese país vivo. Vivo en un país en el que un juez, de nombre Anuar González Hemadi, estima que no hubo “indefensió­n” de la menor de edad porque cuando la estaban manoseando los que iban adelante en el carro la dejaron pasarse. Lo que no dice el juez es que los que la “rescataron” la metieron después a una casa para ser violada.

Vivo en un país en el que un juez, de nombre Anuar González Hemadi, piensa que manosear a una menor de edad en un coche contra su voluntad es una forma de diversión.

Vivo en un país en el que un juez, de nombre Anuar González Hemadi, piensa que meter los dedos en la vagina de una menor de edad, tocarle los senos, cuando ella pide que no se haga, no es delito, porque lo que importa es si el hombre se excita, si no, no.

Cito el juez, de nombre Anuar González Hemadi, quien después de dar por buenos los hechos, dice: “Esto es, tales elementos convictivo­s dan noticia de las circunstan­cias de tiempo, modo y lugar, de cómo fue que tuvo lugar el tocamiento (elemento objetivo del abuso), empero, no dan informació­n de la lascividad de la conducta (elemento subjetivo del abuso), y que es parte integrante del delito de pederastía como parte conformado­ra del denominado ‘abuso sexual’. Es decir, sólo se da noticia de un hecho de tipo sexual (por la parte del cuerpo) en donde existió el tocamiento, pero no se aprecia esa intención de satisfacer placeres sexuales o el erotismo propio del activo, o de un apetito carnal inmoderado, pues es un hecho que se dio instantáne­o, en un solo momento, sin expresar palabra y sin que se tuviera ese deseo de deleite sexual en detrimento de la víctima...”.

Vivo en un país en el que un juez, de nombre Anuar González Hemadi, piensa que no hay abuso sexual si el abusador no grita que le está gustando muchísimo y, de preferenci­a, sostiene una erección.

En ese país vivo. El mismo en el que vive ese juez.

A chingarse. M

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