Milenio

Manifiesto (o casi) en voz de anarqueto

- José de la Colina

Órale, no soy ni punketo ni darketo ni emoeto, ésos son de montón, y se vistan o se desvistan o se rapen al cero o anden de pelos de últimos mohicanos o con copete gasneoniza­do, para nada son rebeldes ni ponen en crisis el establecim­iento odioso, o séase el sistema social, económico y político.

Esos solo afichan su variedad de tribu de disidente way o life meramente formal, dizque para andar de rebeldones, pero es puro teatrito, y puede ser que hasta se le crean, pero no son auténticos rebeldes, ni impugnan al sistema, nomás le aportan un folclor diferente, nomás están posando en plan de “cómo me ves desde ai”, pero, ojo al hojaldre, a ver cómo lo apuntas y cómo va a salir en el MILENIO, no me malinterpr­eten, nosotros podemos compartir con aquellos el vestuario variopinto y el rock, y también nos gusta el desmadre alegrón, pues el quid está en no ser ni parecer yesmen, pero el punto nodal de la cuestión es otro, y que no se me ofendan los cuates punketos y darketos y emoetos, pues que todos seamos humanos no significa que tengamos que ser iguales, ni que formemos una tribu; ellos le hacen al rélax y al relajo, y es muy su derecho, pero nosotros sí tenemos una idea que motiva nuestros actos: nosotros, o séase cada uno él solito, o séase solitario y solidario, que decía el cuate Camiú, nosotros estamos motivados por la Idea (escríbalo con mayúscula, plis), o séase el anarquismo que proclama aquello que inmortalme­nte escribió el gran precursor Prudón y que más o menos dice así: ser gobernado significa ser vigilado, inspeccion­ado, espiado, dirigido, legislado, reglamenta­do, empaquetad­o, fiscalizad­o, valuado, transado, explotado, extorsiona­do, apaleado, vendido, comprado, monopoliza­do, mistificad­o, robado de su trabajo, de su personalid­ad, de su identidad, y apendejado cuando menos, y si no te conformas, si protestas y disientes, serás reprimido, gaseado, multado, acosado, vejado, aporreado, encarcelad­o, ultrajado, fusilado, vilipendia­do, cadaveriza­do, etc., y eso, ni más ni menos, es la cruda y cruel realidad de ser gobernado, etc.

Por eso los anarquetos (no narquetos, no se trata del narco) hemos dicho ¡basta! y caminamos como flotando en el viento hacia los horizontes abiertos de la libertad para toda la Humanidad, ¡sí, posqué!

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