Murió Juan Bañuelos, poeta y defensor de los indígenas
Perteneció a la generación de Eraclio Zepeda y Jaime Labastida
Juan Bañuelos formó parte del grupo La espiga amotinada. A su lado estaban Óscar Oliva, Eraclio Zepeda, Jaime Labastida y Jaime Augusto Shelley, con quienes compartió la pasión por la poesía, aunque como escribió Carmen Alardín, “siempre ha sido diferente la actitud de cada poeta ante la vida y ante la poesía misma”.
Son palabras que estaban dirigidas a distinguir la vida y la obra de Bañuelos, quien ayer falleció en la Ciudad de México, a los 84 años de edad, por complicaciones respiratorias, según dio a conocer su hija Cecilia.
Era un poeta social, como lo definió Pedro Ángel Palou, porque podía “partir de la denuncia pero no se queda en la denuncia. Es atemporal”. Lo mismo encarnó la defensa de los pueblos originarios que se convirtió en titular de la Comisión Nacional de Intermediación, que organi- zaba las mesas de diálogo entre el gobierno mexicano y el EZLN. “Unos cuantos elegidos, como Juan Bañuelos, se enfrentan directamente ante los imponderables, es decir, que toman el toro de la vida por los cuernos y hacen inolvidables figuras capoteando la muerte, el silencio inexplorado, la lucha del hombre con su entorno, la batalla diaria consigo mismo, la violencia del amor y el estremecimiento ante la inmediatez del ser”, escribió Alardín en el número 125 del Material de Lectura de la UNAM.
Nacido en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 6 de octubre de 1932, Bañuelos estudió en las facultades de Derecho, de Filosofía y Letras, y de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Fue coordinador de los talleres de poesía de ésta y en las universidades de Guerrero, Querétaro, Sinaloa y Chiapas. Su obra se ha traducido a varios idiomas, como checo, polaco, búlgaro, húngaro, noruego, sueco, rumano y alemán.
Obtuvo premios como el Nacional de Poesía Aguascalientes 1968 por Espejo humeante, el Nacional de Poesía Carlos Pellicer 2001 por El traje que vestí mañana, el Xavier Villaurrutia 2003 y el de Poesía José Lezama Lima 2005 al mejor libro extranjero por A paso de hierba.
Fue un hombre convencido de que el mundo necesita del poeta, de “aquel que habla, pero que habla con el corazón”, como dijo en un homenaje en la Universidad de las Américas de Puebla en 2015. “Todos creen que la poesía, que la literatura no vale porque no se puede vender, pesar, comprar, pero la literatura nos va a hacer recordar nuestra identidad, nos hará recobrar el poder de la imaginación”, dijo en aquella ocasión el poeta, cuyos restos serán velados en la Funeraria García López de la colonia Juárez. m