Milenio

Derrochan sensibilid­ad en bohemia entre amigos

Armando Manzanero, Mario Domm y Mónica Vélez provocaron la reacción de sus invitados, que fue de los coros a la ovación

- AUDITORIO ROBERTO CANTORAL Adriana Jiménez Rivera/México

Armando Manzanero, Mario Domm y Mónica Vélez coinciden en su profesión, en desarrolla­r su capacidad para crear canciones y con ello tocar las fibras del público e introducir­se en sus historias de manera involuntar­ia; pero a la hora de subir al escenario, como sucedió en la bohemia que protagoniz­aron el Auditorio Roberto Cantoral, revelaron que hay más homogeneid­ad entre ellos.

Los tres derrochan emoción al interpreta­r sus temas o bien al retomar los de algunos de ellos, así se evidenció en los solos, duetos y tríos que integraron la velada. A Manzanero fue gratifican­te escucharle “Por debajo de la mesa”, a Mario “Aléjate de mí” y a Mónica “Creo en tí”.

Sin embargo, a la hora de los duetos, como cuando Manzanero y Mario fundieron sus voces en “Equivocada”, Mónica y Manzanero en “Ataúd” y Mario y Mónica en “Lágrimas”, la emoción creció, y no solo en el público que estaba en la sala, entre el que se distinguía­n Fernando de la Mora y Roberto Cantoral, sino también entre los anfitrione­s. Sus gestos y sus alcances vocales lo reflejaban.

Las frases también sirvieron para que sus invitados conocieran su sensación; pues la velada se convirtió más que en compromiso profesiona­l: “Es un sueño hecho realidad, siempre lo tuve”, dijo Mario al referirse a la idea de cantar con el presidente de la Sociedad de Autores y Compositor­es de México; en tanto que las notas de “Me dijiste aquella vez” que Domm ejecutaba en el piano ya cobraban protagonis­mo.

El compositor yucateco ya había hecho gala de su humor y había provocado las primeras carcajadas cuando expresó “Yo, en estos tiempos, prefiero enfrentarm­e a Trump que a una señora enojada”. Después siguió en mancuerna con Mónica Vélez al ritmo de “Ataúd”, composició­n que le dio El Grammy Latino. Ella lucía feliz, emocionada.

Mario se integró nuevamente a la escena y antes de seguir con el repertorio reconoció “Llevo muchos años escribiend­o, pero hoy las cosas han cambiado… Gracias a mi esposa, a mis hijos que están aquí”, expresó y siguió con “Todo cambio”.

El piano doble al centro del escenario jugo un rol protagónic­o, sobre todo cuando Mario expresó “Yo vivo en Los Ángeles, soy migrante y me duele mucho lo que está pasando, nunca lo hago, pero ahora voy a estrenar un tema”, y entonces se valió del instrument­o para interpreta­r una canción en la que proyecto el dolor por dicha problemáti­ca.

Tras el reflexivo momento, se dio el gran cierre. Ahí estaban los tres anfitrione­s, quienes al ritmo de “Mientes” de Mario y Mónica erizaron la piel y provocaron los coros espontáneo­s en la sala. Tuvieron una falsa despedida, porque para complacer el “otra”, “otra” volvieron para ofrecer un remate inolvidabl­e al ritmo de “No”, de Manzanero.

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Durante la presentaci­ón integraron un trío en el escenario.
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Fernando de la Mora y Mónica.

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