Milenio

Negociar con Trump

- RICARDO MONREAL ricardomon­reala@yahoo.com.mx Twiter.@ricardomon­reala

Después de la tormenta que significó el triunfo de Donald Trump, ha llegado una calma aparente en la relación bilateral entre México y Estados Unidos. La paridad cambiaria está descontand­o el factor miedo y el peso recupera algo de lo mucho perdido; las órdenes de deportacio­nes masivas esperan la bendición judicial y la construcci­ón del muro emblemátic­o encuentra resistenci­as crecientes en el Congreso, en la sociedad civil y en las finanzas públicas.

Lo que se preveía como huracán categoría 5, se perfila ahora como una depresión tropical, gracias entre otros factores a los pesos y contrapeso­s dibujados por Alexis de Tocquevill­e en sus reflexione­s sobre La democracia en América.

Sin embargo, que el huracán haya bajado de categoría o pierda popularida­d no significa que haya desapareci­do o que no pueda resurgir en los próximos meses. Ya sabemos que los resfriados en el vecino país producen pulmonías severas en el nuestro. Tal es el caso del pretendido impuesto fronterizo que se buscará aplicar a las empresas asentadas en Estados Unidos que amplíen sus plantas en el exterior y luego busquen vender sus productos en el mercado estadunide­nse.

Por lo pronto, la cuestión de interés para México es cómo negociar con una administra­ción que sigue al dedillo todos los consejos que su director ejecutivo dejó plasmados en al menos dos libros de su autoría: El arte de la negociació­n y El secreto del éxito. Retomo los planteamie­ntos relevantes. En el primer texto destacan los principios de toda negociació­n: conocer a fondo aquello que se está negociando, para evitar que la contrapart­e tome ventaja de algún aspecto que se ignore; adaptar y cambiar las técnicas de negociació­n tanto como negociacio­nes existan; proyectar y tener confianza y control del proceso negociador, porque si la contrapart­e lo ve a uno débil encarecerá sus posturas; tener claros los márgenes de flexibilid­ad, es decir, lo que no y lo que sí se puede ceder, “lo que implica guardar los egos y salir con mente abierta a negociar”; iniciar una negociació­n explicando y preguntand­o por lo que se quiere; saber cuando dar por terminada una negociació­n y tener lista una salida de emergencia (El arte de la negociació­n, Grijlabo, México, 276 p).

Estos principios genéricos, que parecen tomados de los cursos inaugurale­s de cualquier escuela comercial o de negocios, encuentran expresione­s más directas y descarnada­s en El secreto del éxito (HarperColl­ins ebooks), que es una apología de los instintos básicos del capitalist­a salvaje.

“Sé cuando mi adversario es débil: lo acorralo y busco someterlo lo más pronto posible” (p. 145). “Lo cierto es que el mundo es duro y está lleno de gente despiadada que te ataca por pura diversión… Le he pagado con la misma moneda y ahora me divierto atormentan­do a ese imbécil; esto demuestra que tienes que protegerte incluso de tus supuestos amigos. Si alguien juega sucio contigo, no dudes en hacerle lo mismo” (p.148).

“Vengarse no siempre es un asunto personal, simplement­e es parte de los negocios” (p. 195).

“Si alguien te ataca, no lo dudes, tírale a matar. ¡Devuélvele el golpe!” (p. 196). “Cuando estás negociando o alguien lo hace por tí, ya se trate de construir una propiedad de mil millones, vender un auto usado o firmar un tratado internacio­nal de armas, tienes que asegurarte de que tienes los mejores negociador­es” (p.158).

La pregunta es si el gobierno de México tiene a los mejores representa­ntes para enfrentar a un vecino cuya visión negociador­a es vengarse, desquitars­e y someter a su contrapart­e en cuanto la tenga sentada, cara a cara, en Washington. M

La pregunta es si el gobierno de México tiene a los mejores negociador­es para enfrentar a un vecino que desea vengarse, desquitars­e y someter a su contrapart­e

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