Los obispos y la corrupción
Uno pensaría de entrada que los obispos católicos están contra la corrupción, por lo demás, como la mayoría de los mexicanos. Siendo vigilantes de la moral y de las buenas costumbres, lo lógico es que estuvieran contra los malos manejos del dinero público y de otros delitos relacionados con la gestión de las obras sociales. En los diez mandamientos está muy claro el “no robarás” y la idea de una ética cristiana para la salvación supone desde su gestación que el dinero mal habido y el que no se usa para ayudar a los demás no servirá de nada a la hora del juicio final. Es, por cierto, lo que este papa ha venido predicando, en primer lugar a sus propios obispos. Y, sin embargo, desafortunadamente, los mexicanos hemos sido testigos de que más de uno de estos obispos católicos no solo viven en el lujo y las comodidades propias de los más acomodados, sino que además se acostumbraron a los privilegios del poder. Lo peor de todo es que, no contentos con ello, han volteado la mirada hacia el otro lado cuando se trata de los servidores públicos que roban descaradamente, pero que les han concedido dichos privilegios.
Sin embargo, sería un error pensar que todo es una cuestión personal, de enriquecimiento o de privilegios sociales. Muchos lo hacen para avanzar las posiciones de sus Iglesias en el espacio público. Así, por ejemplo, los obispos de Veracruz y de Chihuahua, que apoyaron la consagración pública por parte de los gobernadores de esos estados (los dos Duarte) del Sagrado Corazón de Jesús y de la virgen María. No se dieron cuenta de que esa consagración tenía dos vías: lo gobernadores consagraban al culto católico, pero la Iglesia consagraba también el poder de los gobernadores. Y, a pesar de todas las denuncias de corrupción, miraron para otro lado, porque la lógica del sistema político-eclesiástico primó por encima de los valores de la Biblia y del Evangelio. Con lo cual los privilegios de la Iglesia pasaron por encima del “no robarás”, uno de los diez mandamientos de Dios, según sus propias creencias. El obispo de Veracruz tuvo incluso la desfachatez de decir que la derrota del PRI en ese estado tenía que ver con la iniciativa presidencial del matrimonio igualitario, ignorando el rechazo popular a la corrupción de su tan católico gobernador. ¿Dónde están esos obispos ahora? ¿Qué tienen que decir al respecto? ¿No son acaso cómplices del despojo? M