Milenio

El macaco negro, en riesgo por consumo humano de su carne

Al tratarse de una especie protegida, los que la venden enfrentan hasta cinco años de cárcel

- EN RESERVA DE INDONESIA, 2 MIL AFP/Tangkoko

El macaco negro de ojos color ámbar, famoso desde que uno de ellos se hizo una selfie con una cámara fotográfic­a, puede desaparece­r de Indonesia, donde es víctima de la caza y de la deforestac­ión. “Su hábitat se reduce. Y la gente come monos...”, comentó Yunita Siwi, de la ONG Selamatkan Yaki, que hace campaña por la protección de este macaco crestado y con pelaje negro, una especie protegida en vías de extinción.

Vive en la jungla, en la isla de Célebes, donde los minahasan lo cazan por su carne, que consideran exquisita. Además, como su hábitat natural se reduce, el animal se aventura cada vez más en las zonas de cultivo, con lo que se expone a morir por disparos de campesinos furiosos.

Alrededor de 2 mil macacos negros viven en Tangkoko en una reserva de 8mil 700 hectáreas, donde están relativame­nte protegidos. Pero los 3 mil que habitan en los bosques de la región no cuentan con protección.

En la reserva vive Maruto, el mono que en 2011 le quitó la cámara a David Slater, un fotó-

“No me gusta matarlo, pero una vez cocinado me agrada el sabor”, señala consumidor­a

grafo británico que realizaba un reportaje. Se ausentó unos minutos tras colocar el trípode y a su vuelta se encontró con que el macaco se había sacado dos selfies con la cámara.

Las imágenes dieron la vuelta al mundo y desencaden­aron una batalla judicial en Estados Unidos, donde una asociación de defensa de los animales adujo ante un tribunal de San Francisco que el mono debía ser el propietari­o de los derechos de autor. La demanda fue desestimad­a. “No me gusta matar al mono, pero una vez cocinado me agrada el sabor, con muchas especias. Se parece al del jabalí o del perro”, describe Nita, una mujer minahasan de 32 años, una etnia esencialme­nte cristiana en el país musulmán más poblado del mundo.

Los macacos se asan a la lumbre para chamuscar el pelaje con el fin de que la carne se conserve mejor. En un mercado de Tomohon, la carne de estos primates es una más entre la de serpiente, rata, pitón, murciélago o perro.

En el mercado abundan animales exóticos cuya comerciali­zación está prohibida. Algunas agencias de viaje lo han incluido en sus recorridos de “turismo extremo”.

Los defensores de la naturaleza y las autoridade­s locales se esfuerzan por convencer a los lugareños de las inmediacio­nes de la reserva natural de Tangkoko de que suspendan la caza y el consumo de macaco negro.

En los mercados se ve a funcionari­os explicar que se trata de una especie protegida y que si contravien­en las normas se exponen a cinco años de cárcel. “Los minahasan comen todo lo que tenga patas o alas. Para que la demanda cese, debemos proponer que se aborde el tema en los programas escolares”, explicó Hendrieks Rundengan, miembro de la agencia local para la protección de la vida silvestre.

En otro esfuerzo algunos activistas piden a los curas que expliquen a los feligreses que los seres humanos son guardianes de la Tierra y deben proteger a las especies en peligro. m

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