Milenio

CADA JUEVES EN AL FRENTE

A partir de hoy lea Contracorr­iente, de Maite Azuela

- MAITE AZUELA

Hace tres años Entre uno de los expediente­s de tortura apilados en los casos pendientes está el de Taylin Wang, quien en febrero de 2014 fue torturada por policías federales para que se declarara culpable de pertenecer a una banda de secuestrad­ores. Los actos de tortura a los que fue sometida le provocaron un aborto sin que fuera atendida médicament­e. Tras un proceso atascado de irregulari­dades, como detención arbitraria, incomunica­ción, violación de garantías judiciales y violencia sexual, fue recluida en el Centro Femenil de Readaptaci­ón Social de Tepepan.

El 14 de noviembre de 2014, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) recibió la queja de un civil que había sido detenido en su domicilio durante la madrugada y torturado por integrante­s de la Marina en Culiacán, Sinaloa. Para obligarlo a reconocer las fotografía­s de personas que desconocía, fue levantado en una camioneta en la que fue golpeado. La barbarie llegó al punto de que le quemaron las manos y le arrancaron piel de los pies. A principios de 2017, la CNDH emitió una recomendac­ión a la Semar por este caso. Hace dos años En abril de 2015, Juan Méndez, relator especial de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU) sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradante­s, presentó un informe sobre tortura en México. Aseguró que en México la tortura es generaliza­da. La aseveració­n vino acompañada de un llamado para aprobar la Ley para Prevenir y Sancionar la Tortura. Sin embargo, fueron más expeditas las reacciones para negar la generaliza­ción que para impulsar el marco jurídico que contuviera los ánimos de los torturador­es.

No solo la tortura sigue siendo una práctica común, sino que los niveles de agresión y sofisticac­ión del sadismo con que se ejerce en nuestro país se han incrementa­do. Hace un año El Senado envió una propuesta a la Cámara de Diputados y el plazo constituci­onal para el proceso legislativ­o venció hace más de un año. Fue atendida una de las preocupaci­ones más señaladas por los expertos, ya que se eliminó la necesidad de la regla de exclusión de prueba, que permitía que con confesione­s se obviara la investigac­ión.

Aunque se podría responsabi­lizar a niveles de mando o reducir garantías de servidores públicos presuntame­nte involucrad­os en actos de tortura, si se aprobara el proyecto de ley, se cubriría en general con los estándares internacio­nales. Ahora ¿No hay prisa por detener la barbarie? El presidente de la CNDH, Luis Raúl González Pérez, no pudo haberlo planteado mejor: antes que Ley de Seguridad Interior, ley contra la tortura. M

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