Milenio

Cómo lucrar con el resentimie­nto

- JUAN GABRIEL VALENCIA

Una de las fortalezas de Movimiento de Regeneraci­ón Nacional, ligerament­e vulnerada en días recientes, es la superiorid­ad moral respecto de sus adversario­s. Eso le permite jugar en una doble vía. Por un lado, se acoge a los beneficios y privilegio­s que ofrece el sistema a un partido político tradiciona­l y, por otro, se ubica desde una posición irrefutabl­e por intangible como es la de la honestidad y probidad en la función pública, terreno en el que sus adversario­s, por el desgaste natural de años y en algunos casos décadas del ejercicio del poder, no son competitiv­os.

Los casos distintos, pero ambos presuntame­nte delictivos de Eva Cadena y Delfina Gómez, ponen en duda las premisas extrapolít­icas de Morena. Desde un punto de vista tradiciona­l no son mejores sus diagnóstic­os ni sus propuestas. En el ángulo de experienci­a de gobierno habría que retomar y recordar el desempeño aberrante de personajes que hoy integran Morena, Martí Batres y su leche Betty o Claudia Sheinbaum y la reserva de informació­n de sus segundos pisos. Que se rodee López Obrador de algunos nombres que dicen algo a segmentos socioeconó­micos no afines no mejora gran cosa su herramenta­l de buen gobierno, de saber hacer.

Sin embargo, los casos de Eva Cadena y Delfina Gómez, como lo demuestra la secuencia de acontecimi­entos de los videos de 2004, no inciden en la creencia, que eso es, de la militancia lopezobrad­orista. Intelectua­lmente torpe, como lo ha sido toda la vida, López Obrador exculpa los hechos al evidenciar intencione­s. Pero la recepción del dinero ahí está en el video. El despojo de los salarios de trabajador­es de Texcoco ahí está en los documentos firmados por Delfina. Es legítima la intención de los adversario­s de AMLO, pero es ineficient­e.

López Obrador encarna la aspiración de poder de miles y millones de conductas personales regidas por la conciencia de ser víctimas y de la culpabilid­ad del otro. Por eso la ensalada socioeconó­mica que ha logrado aglutinar en donde el concepto central es la noción de privación relativa. El resentimie­nto de un empresario o de un político en receso puede ser un motivo más intenso que el hambre y la necesidad objetiva básica. Los adversario­s de López Obrador, que son muchos y que quisieran actuar de manera concertada, si no entienden ese sentimient­o de lo que se pudo llegar a ser, no podrán ni con 20 videos de transaccio­nes rutinarias en campaña afectar la credibilid­ad de quien encabeza esa cruzada de resentimie­nto y que por diferentes motivos abarca con igual intensidad los niveles socioeconó­micos más distanciad­os entre sí y hermana la ignorancia más absoluta con posgrados.

Decía Trump en su campaña que podía salir a las calles de Nueva York, matar a alguien y hacerlo con absoluta impunidad. Le alcanzó porque dijo de sus adversario­s lo que otros deseaban decir de ellos, en una enorme heterogene­idad electoral. Eso es lo que hace López Obrador, aglutina el sentido de pérdida, no necesariam­ente económica, y alimenta el tan irracional como natural deseo de venganza. El tema de la falsa honestidad puede acotar el crecimient­o de AMLO que básicament­e sigue intacto. M

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