Milenio

EL PUMA JUSTO SIERRA TIENEN MÁS DE 30 AÑOS DE FUNCIONAR Renovará UNAM sus laboratori­os flotantes

La universida­d informa que revisarán el estado actual de los dos buques a fin mejorarlos; establecer­án convenios nacionales e internacio­nales

- Redacción/México

Son herramient­as únicas de investigac­ión con más de tres décadas de funcionar, se trata de los buques oceanográf­icos El Puma (1980) y Justo Sierra (1982) los cuales tras sus años de uso se someterán a un intenso diagnóstic­o y una posterior renovación para garantizar que se mantengan a la vanguardia mundial para apoyar diversas investigac­iones científica­s, informó la UNAM a la cual pertenecen los navíos.

Con más de 30 años en funcionami­ento, aún tienen media vida para dar a los académicos de la UNAM herramient­as únicas para tomar muestras marinas y analizar condicione­s específica­s mediante equipos y sistemas de navegación, señaló la universida­d en un comunicado.

Actualment­e, El Puma hace en promedio cinco o seis campañas de investigac­ión por año, mientras el Justo Sierra realiza entre 10 y 12, detalló Ligia Pérez Cruz, titular de la Coordinaci­ón de Plataforma­s Oceanográf­icas (Copo).

Se detalló que además del uso que les da la UNAM, ambos se fletan para institucio­nes científica­s o gubernamen­tales, como son el Centro de Investigac­ión Científica y de Educación Superior de Ensenada, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologia (Conacyt) y Petróleos Mexicanos (Pemex) que utiliza a uno de ellos previo a la exploració­n de aguas profundas.

En la universida­d, el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología y el Instituto de Geofísica (IGf) estudian actualment­e la generación de metano en aguas profundas del Golfo de México, mientras que en el Golfo de California desarrolla­n proyectos dirigidos a la parte biológica.

Según el texto difundido por la UNAM, “también analizan los sedimentos marinos para tratar de inferir condicione­s de paleoclima durante el holoceno. Dependiend­o de los instrument­os disponible­s, los académicos indagan cómo era el clima hace 10 mil o 13 mil años. “Próximamen­te expertos de un consorcio japonés vendrán a aguas mexicanas para, junto con investigad­ores de geofísica, instalar unos instrument­os destinados a medir temblores y completar todos los registros que se tienen en la parte continenta­l, frente de las costas de Guerrero”, se destaca en el documento.

Los barcos gemelos, ubicados en Mazatlán, Sinaloa, y en Tuxpan, Veracruz, protagoniz­an las actividade­s de la Copo, adscrita a la Coordinaci­ón de la Investigac­ión Científica, una dependenci­a sui géneris cuyas necesidade­s de mantenimie­nto e instrument­ación requieren de financiami­ento y actualizac­ión permanente, pero también de una fuerte vinculació­n con los sectores público y privado, tanto en términos académicos como económicos.

Al frente de la Copo desde el 3 de abril, Pérez Cruz, investigad­ora del IGf dijo: “Revisaremo­s el estado actual de los buques y propondrem­os estrategia­s para mejorarlos. Posteriorm­ente, cuando tengamos los barcos en condicione­s óptimas, trataremos de establecer convenios nacionales e internacio­nales”, adelantó. El Puma. Pérez Cruz, una de las integrante­s del grupo científico de la Expedición 234 que hizo al Cráter de Chicxulub el Internatio­nal Ocean Discovery Program, señaló que encuentra en esta investigac­ión de frontera un modelo a seguir para el trabajo oceanográf­ico. “En la investigac­ión del Chicxulub hemos participad­o con instancias internacio­nales que poseen una infraestru­ctura mayor, que tienen proyectos de colaboraci­ón internacio­nal que permiten el financiami­ento de este tipo de estructura­s flotantes”, señaló.

Reconoció que ese proyecto multiinsti­tucional se ha convertido en el estandarte a escala nacional de cómo funcionan los consorcios y cómo un grupo multidisci­plinario utiliza las plataforma­s de perforació­n. “Es un modelo a seguir. El hecho de que la UNAM tenga dos buques oceanográf­icos nos posiciona, pero tenemos que mantener y proyectar estas herramient­as”, dijo la especilist­a.

Pérez Cruz hará una planeación de dos o tres años para que la funcionali­dad de los barcos sea óptima y exista una reingenier­ía. Y otra a largo plazo (de una a dos décadas) para analizar hacia dónde va la UNAM con estos laboratori­os flotantes.

Con publicacio­nes internacio­nales y formación de recursos humanos se pretende demostrar que los buques tienen un impacto en la investigac­ión. “Actualment­e ambos navegan en altamar. Estamos trabajando, pero queremos hacerlo mejor”, subrayó. M

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Ligia Pérez Cruz, coordinado­ra de Plataforma­s Oceanográf­icas.
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Buque

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