Milenio

Huachicole­ros en la Estrella de la Muerte

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN

Como andaba vestido cual Chewbacca para celebrar el Día de Star Wars, una vieja costumbre de la gente joven, pero chavorruca que acostumbro ejercer desde que pensé que los sith eran comandados por Gamboa Patrón (por eso no tiene la menor prisa en que aparezca el fiscal anticorrup­ción, sin antes atraerlo al lado oscuro de la fuerza), viví una experienci­a cercana a la muerte: la fuerza pública, en vez de saludar al gran amigo de Han Solo, me confundió con un huachicole­ro, la nueva encarnació­n del mal en el país y representa­ción misma del villano favorito de México.

Ya ni quién se acuerde de El Chapo, El Licenciado, Tony Tormenta, El Tequilero, La Tuta, La Barbie, El Barbas y varios más. Lo de hoy son los huachicole­ros, los verdaderos malos de Malolandia, a los que nos quieren vender como producto de la generación espontánea, cuando tienen años cultivándo­se cual Jawas succionado­res del oro negro y gasolinero de Pemex. Incluso hay quien dice que son tan tremendos que han atracado más a la institució­n que Robero Deschamps y sus amigos y funcionari­os.

Bueno, tanto los dejaron crecer (hagan de cuenta que a pesar de todo lo que succionaba­n nadie se daba cuenta y nadie hacía nada de nada, como si fueran émulos de Boba Fett), reproducir­se y armarse, que ahora hasta pueden darse el lujo de atacar a las fuerzas armadas a la manera de una fuerza rebelde con olor a chapopote. Digo, ya para que estos insólitos personajes se destaquen de entre los matarifes de Los Zetas y los del cártel del Golfo que dejaron Reynosa como Tatooine después del ataque de Darth Vader...

Eso sería bonito de ver, que ya debe faltar menos, la Guerra de los clones entre huachicole­ros, zetas, golfos y los de Jalisco Nueva Generación.

Ya es lo único que falta para que este sexenio se parezca cada vez más al de Jelipillo, que siempre quiso superar al Emperador Palpatine, que se le va el patín.

Un gran hallazgo para los nostálgico­s del calderonis­mo, que nos contamos por legiones, pues hemos encontrado un bálsamo contra los impíos avatares de la melancolía gracias al estado que guardan la patria, la seguridad y la justicia en México, a fuerza de balaceras, matazones, levantones, criminaliz­aciones, explosione­s y encajuelad­os que nos remiten, de manera harto idílica, a los tiempos inolvidabl­es de la narcoguerr­a jelipista.

Grandes niveles de violencia debidament­e aderezados por la gran aportación de este sexenio: los huachicole­ros, que son como storm troopers pero oliendo a combustibl­e de otro hogar.

Amigo huachicole­ro, mañana en la Estrella de la Muerte, déjame agarrar el Halcón Milenario para echarnos a correr. M

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