Sudamericanos hablan de las dificultades para abandonar su país, agobiado por los problemas políticos y económicos
Los nuevos residentes PERMISOS
No ocurría un repunte desde 2014, pero con el agravamiento de la crisis en Venezuela también se ha incrementado el número de venezolanos que llegan a territorio mexicano. Según datos del Instituto Nacional de Migración (INM), en los primeros cuatro meses del año ingresaron al país 28 mil 571 personas provenientes del país sudamericano. Esta cifra marca una tenencia al alza que no se observaba en varios años.
“Hoy estamos recibiendo alrededor de 2 mil venezolanos más al mes de lo que estábamos recibiendo a inicios de año”, detalló a MILENIO Mario Madrazo, director de Verificación y Control del INM.
“Hay muchos venezolanos que están llegando ahorita porque ya la situación es insostenible en nuestro país”, señaló el chef Enrique Partidas, originario de Caracas, quien hace unos meses abrió un restaurante de comida típica en la delegación Cuajimalpa.
“Realmente es un local que nació de la necesidad de los venezolanos en la Ciudad de México”, compartió el propietario de Pardago Gourmet, quien decidió abandonar su país semanas después de que Nicolás Maduro asumiera la presidencia, en abril de 2013, tras la muerte del presidente Hugo Chávez.
Más de la mitad de sus clientes son venezolanos que huyeron del régimen chavista y de la crisis económica y social que se ha generado. Eso le ha permitido conocer de cerca las historias y aspiraciones de la comunidad venezolana en México.
“En mi país nunca tuvimos la necesidad de emigrar, ¡todo lo teníamos allá! Llegar a México es una bendición porque el mexicano es muy amable, pero al venezolano le ha costado trabajo adaptarse y es normal”, compartió el chef Partidas.
Sin embargo, no es sencillo llegar hasta México. Entre la inflación y el control estatal de las divisas, para la mayoría de sus habitantes resulta prácticamente imposible viajar fuera de Venezuela. Por eso, Enrique Partidas consideró que se trata de una “migración buena”: quienes logran salir suelen ser profesionistas exitosos, con una condición económica privilegiada. En 2017, los venezolanos ya ocupan en México el primer lugar en la emisión de Tarjetas de Residente Permanente (TRP) por encima de todos los países de Sudamérica. Lo mismo ocurre con las Tarjetas de Visitantes por Razones Humanitarias (TVRH), según datos de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación.
A su vez, el INM admitió que ha aumentado el rechazo a viajeros venezolanos en los puntos de internación al país, algo que atribuye a inconsistencias durante sus entrevistas, particularmente en los filtros de los aeropuertos.
Al respecto, comentó el director de Verificación y Control: “Sí tenemos un aumento en el número de rechazos de venezolanos, pero sería muy claro en que no hay un endurecimiento en el trato a ninguna nacionalidad, no lo prevé la ley y no se hace”.
Como sea, no es sencillo obtener la residencia. “Hay un tema legal, migratorio, que es complicado. No saben bien cómo darle acogida a tantos venezolanos que están viniendo”, aseguró Clara Machado, caraqueña que estudia una maestría en la Ciudad de México.
Como escritora y activista, Machado participó en las manifestaciones contra el chavismo hasta que la situación se volvió insostenible. Su hermana, la líder opositora María Corina Machado, es una de las figuras más emblemáticas de la oposición en su país.
“No quería seguir viviendo en esa situación, pero a la vez no me quería ir porque ahí tengo a toda mi familia y amigos. Fue difícil dar el paso”, agregó. Y aunque no descarta volver a su país, quisiera imaginar un futuro distinto en tierras mexicanas… Superar la dificultad de obtener la residencia en México es solo el primer paso para los inmigrantes venezolanos. Empezar desde cero en otro país, aun con elementos culturales en común, no es sencillo. Así le ocurrió a Ghina Rodríguez, quien vive como refugiada en la capital mexicana desde julio de 2014. Su esposo, Guillermo Sánchez, fue asesinado durante las protestas que, ese año, cobraron la vida de 43 personas.
Ghina trabajó durante 18 años como docente en Venezuela, pero en México debió aceptar otros oficios para sacar adelante a sus dos hijos.
“Fue muy duro tener que dormir en un colchón en el piso y dejarlos solos”, expresó con la voz entrecortada. “Limpiaba en casas, trabajé como mesera y luego como lavalozas en un restaurante japonés”, recordó la refugiada.
Con el tiempo, ella consiguió un mejor empleo: hoy es recepcionista en un despacho en la colonia Del Valle. Como otros venezolanos en México, no pierde la esperanza de un cambio en su país, sueña con el momento en que los periódicos confirmen la caída de Maduro.
Ghina Rodríguez alza la voz para pedir la ayuda internacional: “Muchos venezolanos soñamos con la patria bonita que dejamos. Quisiéramos volver, pero por ahora es muy difícil…”. m