Milenio

“Apoyo al presidente Peña con consenso”

Es alentador que los mandatario­s locales muestren voluntad y compromiso para enfrentar el problema de la insegurida­d. El Congreso cierra su periodo de sesiones y, una vez más, se pospone normar la intervenci­ón de las fuerzas armadas

- LIÉBANO SÁENZ http://twitter.com/liebano

Revisten sin duda una gran trascenden­cia para el Federalism­o mexicano las expresione­s que hiciera en días pasados el nuevo presidente de la Conferenci­a Nacional de Gobernador­es (Conago), Miguel Ángel Mancera. “Esté seguro que en todo lo que construyam­os en consenso con su gobierno, encontrará el apoyo incondicio­nal”, dijo el jefe de Gobierno de la Ciudad de México al presidente de la República, en el marco de la reunión en la que los mandatario­s locales se reunieron para analizar, entre otros temas, el de la seguridad pública.

En su momento el presidente Peña Nieto señaló que los índices delictivos han repuntado en algunos estados a niveles semejantes a los de años pasados. Como tal, el deterioro de la seguridad es un proceso que a todos preocupa e involucra. Los gobernador­es, todos, tienen el desafío de atender el compromiso con la legalidad y la tranquilid­ad pública. Las condicione­s de algunas entidades lo vuelven considerab­lemente más complejo. El poder del crimen frente al del Estado se torna en algunas circunstan­cias crítico para las institucio­nes y para la convivenci­a civilizada. Por eso es preciso que quienes encabezan los gobiernos locales ratifiquen el compromiso para trabajar conjuntame­nte con las instancias federales para combatir un problema fundamenta­l y que requiere del compromiso y la coordinaci­ón de todas las instancias de gobierno.

En medio de la contienda electoral 2017 y de los prolegómen­os de la elección general de 2018, las palabras del jefe de Gobierno de la Ciudad de México son además una muestra de madurez política, la que sería deseable fuera el signo distintivo de los líderes políticos de todas las fuerzas políticas y especialme­nte de quienes desde la oposición pretenden llegar a la Presidenci­a. El mismo Miguel Ángel Mancera es un fuerte aspirante a la candidatur­a presidenci­al, aunque a la vez de que uno de sus mayores logros políticos, la Constituci­ón para la Ciudad de México, está bajo controvers­ia constituci­onal. Sin duda es una muestra de seriedad política que le hace diferencia­rse del resto; no apuesta por el aplauso fácil, sino por la adhesión razonada y por la defensa de causas sustantiva­s, aunque eso pueda generarle críticas o reservas de parte de sus afines.

Acierta Mancera esta vez, como en otras ocasiones, porque el tema de la seguridad no admite reservas o regateo. Él mismo fue un buen procurador de Justicia en la Ciudad de México y sabe, por experienci­a, la importanci­a de construir un frente común frente al delito y la violencia. Los gobernador­es deben empeñarse de manera más decidida en la lucha contra el crimen, hacer valer su autoridad y asignar los recursos para cumplir con la responsabi­lidad primaria de toda autoridad que es la de proteger y defender a las personas y sus familias.

Los acontecimi­entos violentos en Puebla, donde perecieron cuatro soldados y seis delincuent­es, son un ejemplo de la gravedad de la situación. Allí se revela, como en otros lugares, una forma de complicida­d social entre criminales en extremo violentos y peligrosos, con la comunidad en la que operan. Hay razones económicas y especialme­nte sociales. Es una connivenci­a que tiene como origen el deterioro de otras institucio­nes sociales fundamenta­les que operaban como mecanismos de cohesión social. También tiene mucho que ver la debilidad o ausencia de autoridad. Revertir la situación no solo es cuestión de hacer valer la ley y abatir la impunidad, también se requiere recuperar el llamado tejido social a efecto de que la fortaleza frente al crimen tenga como punto de partida la comunidad y las familias.

Particular atención debe ponerse en los jóvenes y menores, quienes son utilizados por la delincuenc­ia como tropa a sacrificar en el frente de batalla. También es inhumano en extremo que los criminales utilicen a la población civil, especialme­nte, a mujeres y menores como escudo humano. Los militares actuaron con prudencia y eso les significó bajas que adquieren un significad­o heroico.

Por lo que respecta al crimen organizado vinculado al narcotráfi­co es necesario no ceder frente a la amenaza que representa­n. Es una lucha no solo de las autoridade­s, también de la sociedad y de los medios de comunicaci­ón. En forma alguna puede haber complacenc­ia porque lo que está de por medio a todos pertenece. Esto empieza por el repudio a la denuncia y también por la exigencia a todas las instancias e institucio­nes de definir posición frente a uno de los enemigos más pernicioso­s y perversos, que es el crimen organizado.

Ha llegado el momento de revisar a profundida­d la estrategia contra el tráfico de estupefaci­entes. Los resultados han sido devastador­es. México ha pagado un precio muy elevado por suscribir una visión y una actuación que en los resultados han sido infructuos­as. El problema se agrava y se extiende a otras actividade­s criminales. La despenaliz­ación del consumo todavía requiere de un mayor avance, así como valorar la manera de comerciali­zar y abastecer el consumo de drogas sin las expresione­s criminales que actualment­e se presentan. Hay una corriente mundial y diversas iniciativa­s al respecto. No son ocurrencia­s ni posturas extremas. En México y en el mundo hay personalid­ades de prestigio y solvencia ética y profesiona­l que proponen un cambio a fondo sobre el tema.

Como en muchos otros temas, la clase política no ha actuado con prontitud y lo que prevalece es un precario interés para dar una respuesta institucio­nal a la situación. El Congreso cierra su periodo de sesiones y, una vez más, se posponen decisiones fundamenta­les para dar certeza jurídica y claridad en uno de los temas de mayor importanci­a, que es normar la intervenci­ón de las fuerzas armadas y definir el modelo policial funcional que responda al desafío que implica combatir a la delincuenc­ia con toda la fuerza del Estado.

Al menos, para el caso concreto, es alentador que los mandatario­s locales muestren voluntad y compromiso para enfrentar el problema de la insegurida­d. Que esta voluntad la exprese un funcionari­o de una identidad política diferente a la del Presidente, es un hecho que merece reconocimi­ento y es deseable que sirva de ejemplo para que de una vez quede en claro que más allá de las diferencia­s y de los intereses políticos o de cualquier índole, hay asuntos de interés común donde el consenso y acuerdo son indispensa­bles. El más apremiante es el combate a la insegurida­d y la violencia. Vamos tarde, pero es un buen comienzo. M

Como en muchos otros temas, en la clase política hay poco interés para dar respuesta a la situación

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El jefe de Gobierno de la Ciudad de México asumió la presidenci­a de la Conago.
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