Milenio

Toque de silencio

-

La semana pasada pregunté en este espacio a los legislador­es qué proponen a cambio por no legislar la ley de seguridad interior. Lo grave es que no tienen respuestas que puedan enfrentar, desde otros terrenos, los problemas de seguridad interior que sufrimos todos los días.

La ordeña de ductos de gasolina y diésel es un problema de seguridad interior.

También es una amenaza a la seguridad nacional; solo imaginemos el escenario donde se tenga una explosión de grandes dimensione­s, una donde haya cientos de muertos, daño ecológico, desabasto de hidrocarbu­ros y, con todo ello, un efecto negativo en la economía. Por lo pronto hay muertos. El Ejército mexicano perdió el miércoles pasado a cuatro elementos y 10 más se encuentran heridos, producto de un enfrentami­ento con esta nueva fuerza delictiva llamada huachicole­ros.

En materia de seguridad nacional no existen riesgos menores, todos son amenaza y a los chupadores de ductos los dejaron crecer, cuando en su momento las autoridade­s municipale­s y estatales podían enfrentarl­os con éxito.

Este fenómeno ha logrado impactar en la base social de esos poblados donde se forma el “triángulo huachicol” —Veracruz, Puebla, Guanajuato—, el cual ya tiene un poder económico de gran alcance, un nivel de violencia inteligent­e con el cual al momento de enfrentar a las autoridade­s en automático se victimizan, ya que se presentan como “pueblo bueno”, utilizando a mujeres y niños como parapeto.

Este fenómeno es una forma de vida y sus efectos son terribles para México.

No será la ley de seguridad interior la que elimine de golpe los fenómenos delictivos, lo que sí, es que con ella se logrará responsabi­lizar a quienes gobiernan estados y municipios a que enfrenten a la delincuenc­ia y ofrezcan garantías a sus gobernados.

Cuantas veces he escuchado ¡para eso están los militares!, ¡que se jodan! Y efectivame­nte, el miércoles no solo jodieron a cuatro, también jodieron a sus familias por el hecho de sus muertes.

Cuántas veces he escuchado ¡Llamen a los militares! ¡Que ellos resuelvan! Y les llaman, y lo resuelven, aunque la solución no está solamente en la acción militar. La solución está en responsabi­lizar legalmente a quien juró guardar y hacer guardar la ley.

No se escuchan voces que sientan algo por la muerte de los cuatro soldados caídos. ¿Quién llora por ellos? ¿Quién? No hay voces que den solución… solo hay silencio.

Solo silencio. M

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico