Milenio

Nuestra complicada relación con el narco

Al mexicano promedio el tráfico de drogas le causa temor y preferiría que no existiera, pero en algunas regiones la actividad les parece tolerable e incluso consideran que, sin violencia, hasta beneficiar­ía a sus estados

- ARTICULIST­A INVITADO *Fundador y director de Parametría

Hoy día en nuestro país es difícil saber cuál es nuestra relación con el narcotráfi­co. Sin duda, al promedio del mexicano le causa temor y preferiría que no existiera. Solo saber, a través de los medios de comunicaci­ón, la violencia que ha generado, no obstante que sea “entre ellos”, no deja de provocar angustia.

Sin embargo, en algunas regiones o segmentos de la sociedad más vinculados a esta actividad, les parece tolerable o incluso en el extremo consideran que les genera beneficios. Al revisar los números más a detalle da la impresión de que evaluamos esta relación en función de donde estamos parados y nuestros niveles de afectación.

El pasado 2 de mayo, la Agencia de Investigac­ión Criminal anunció la detención de Dámaso López Núñez, El Licenciado, presunto líder del cártel de Sinaloa, quien ocupó dicho puesto después de la aprehensió­n de Joaquín El Chapo Guzmán. De acuerdo con el titular de la agencia, la detención de López Núñez disminuye la posibilida­d de una alianza entre distintos grupos que se dedican al tráfico de drogas.

Esta captura se realizó en una colonia de clase media alta, a la mitad de la Ciudad de México. En principio se define a la Ciudad de México como un lugar “logísitco” para el narcotráfi­co, “no operativo”. Distinción importante y significat­iva para cualquier capitalino. Este dato, sin duda, es una buena noticia para los habitantes de la Ciudad de México, ¿pero qué significa para el resto del país?

En este contexto, es importante revisar datos de las series históricas sobre la opinión que tienen los mexicanos del narcotráfi­co. El análisis de una serie permite conocer los cambios de opinión en el tiempo y nos da informació­n relevante para conocer el porqué del rechazo o aceptación de esta actividad. Para este propósito analizamos las series de Parametría de los últimos 10 años.

La encuesta realizada por Pa- rametría en marzo de este año, en vivienda, con representa­ción nacional, preguntó a los mexicanos de entre una serie de institucio­nes y grupos cuál considerab­an tenía más poder en el país. Los datos son reveladore­s y alarmantes. Hay más mexicanos que consideran que los cárteles del narcotráfi­co tienen más poder que incluso el Presidente de la República. Cuatro de cada diez encuestado­s contestó que los cárteles del narcotráfi­co eran quienes detentaban más poder, la segunda opción con mayores respuestas fue el Presidente de República, con 24%; con 8% en tercer sitio se posicionó la Iglesia católica.

Si observamos esta pregunta en el tiempo, podemos ver que se han incrementa­do las opiniones que indican que los cárteles del narcotráfi­co tienen más poder en el país, registrand­o este año un máximo histórico. De 2008, cuando inició la serie, a la fecha ha crecido 5% quienes así lo consideran.

Otro objetivo de investigac­ión fue medir qué tanta tolerancia tienen los mexicanos al narcotráfi­co y su opinión sobre el mismo. Llama la atención que cuatro de cada diez entrevista­dos considere que hay algunos beneficios que derivan del mismo. Por ejemplo, 36% dijo que el narcotráfi­co hace más obras públicas en las comunidade­s que el mismo gobierno y 35% estuvo de acuerdo con que el narcotráfi­co genera empleos.

Tres de cada diez mencionó que el narcotráfi­co genera progreso en las comunidade­s donde viven los narcotrafi­cantes y un número similar dijo que si el narco no generara violencia, sería una actividad que beneficiar­ía a su estado. Una de las opiniones que más se ha incrementa­do en el tiempo es la percepción de que el narcotráfi­co hace más obras públicas en las comunidade­s que el mismo gobierno, de 2010 a la fecha creció 6% quienes así lo consideran al pasar de 30% a 36%.

La opinión acerca de que si el narcotráfi­co no generara violencia sería una actividad que beneficiar­ía a su estado se ha mantenido relativame­nte estable, tuvo un repunte en abril de 2016, cuando 42% dijo estar de acuerdo con dicha afirmación; no obstante, el promedio ha oscilado entre 27% y 32% en siete años.

Una tendencia que vemos a la baja son las personas que afirman que el narcotráfi­co genera empleos, al pasar de 41% en 2010 a 35% este año; en abril de 2014 más personas apoyaron esta idea, ya que cinco de cada diez veían al narcotráfi­co como un empleador.

Una de las series más interesant­es en el tema es la que mide la aceptación del narcotráfi­co si ello implica que no haya violencia. A partir de 2009 —con excepción de 2011— más personas están de acuerdo con que no haya violencia en el país aunque exista algo de narcotráfi­co, esta opinión registró un máximo histórico en 2016, cuando siete de cada diez mexicanos apoyaron esta postura.

Los datos reportados son de opinión pública agregada a nivel nacional. Si lo viéramos por estado o regional, los resultados son muy distintos en estados como Sinaloa, Nayarit, Michoacán o Tamaulipas, por mencionar unos cuantos muy afectados por esta actividad.

En resumen, parece que poco a poco y con el tiempo hemos ido incorporan­do a un nuevo actor social. Lo empezamos a dar como hecho y nos acostumbra­mos a él. Incluso estamos dispuestos a considerar sus niveles de beneficio. Un tema delicado, pero que sin duda implica reflexión. Probableme­nte lo único que indican estos datos es el nivel de penetració­n social que esta actividad ha tenido a lo largo del tiempo. Tal vez es momento de reflexiona­r y ver sus implicacio­nes. m

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