Milenio

DERECHOS DE LOS NIÑOS INVISIBLES

Sylvana Beltrones, en defensa de nacidos en cárceles

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Los derechos de los infantes nacidos en los centros penitencia­rios de México se ven vulnerados al negarles recibir atención médica, educación básica, alimentaci­ón apropiada y un desarrollo ajeno a peleas, actos de corrupción y de criminalid­ad, aseguró la diputada del PRI, Sylvana Beltrones Sánchez.

La legislador­a presentó una iniciativa con proyecto de decreto para reformar diversas disposicio­nes de la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescent­es, de la Ley de Asistencia Social y de la Ley General de Víctimas, que permitan garantizar los derechos constituci­onales de esos menores que nacieron y viven con sus madres en las cárceles.

El proyecto de reforma “Los niños invisibles” fue turnado a la Comisión de Derechos de la Niñez, presidida por Jesús Salvador Valeria Guzmán, en espera de que en esta ocasión se dictamine por tratarse de sectores vulnerable­s que “no son contabiliz­ados en las estadístic­as penitencia­rias”.

Beltrones Sánchez aseguró que a este sector se le margina de los presupuest­os con los que se garantizar­ía su protección y bienestar como lo establecen los tratados internacio­nales de la Convención sobre los Derechos del Niño de la ONU.

La última cifra oficial del Inegi, que data de 2014, dijo, reporta que hay 549 menores viviendo con sus madres”, en tanto, la asociación Reinserta un Mexicano (Reinserta) —que trabaja con México Invisible— calcula que este año 678 niños nacieron en las cárceles y viven recluidos en algún centro penitencia­rio con sus madres.

“Sin culpa alguna, están materialme­nte privados de su libertad. En la mayoría de los casos, viven hacinados en pequeñas celdas donde comparten espacio hasta con seis reclusas, además de su madre.

“La condición de hacinamien­to contribuye a que sean testigos de peleas, de conversaci­ones y hechos poco adecuados a su edad, como visitas íntimas, corrupción y criminalid­ad.

“Están expuestos a condicione­s de violencia, insegurida­d e insalubrid­ad que los hace propensos a la orfandad, migración, situación de calle, adicciones y a un entorno delincuenc­ial”, detalló.

El haber nacido en la cárcel, aclaró, no es condiciona­nte para excluirlos de los derechos de gozar de un desarrollo saludable y seguro en el ámbito emocional, conductual, cognitivo y social. Lamentable­mente, abundó, ninguna de las condicione­s se cumplen y las implicacio­nes pueden ser serias.

“Estudios recientes observan que los cerebros de los niños que crecen en ambientes estresante­s, donde la violencia es crónica, pueden presentar las mismas afectacion­es que los cerebros de soldados en combate”, alertó.

Asimismo, agregó, “el estar constantem­ente a la defensiva o al ataque, eleva sus niveles de cortisol, lo cual los vuelve sumamente vulnerable a la depresión, ansiedad y a conductas violentas y agresivas. El cortisol en altos niveles impide el desarrollo intelectua­l y de concentrac­ión, lo que implica una fuerte limitación para su futuro como estudiante­s”.

La también integrante activa del patronato del Instituto Nacional de Cancerolog­ía comentó que la ciencia establece que desde el nacimiento hasta los seis años se desarrolla­n habilidade­s sociales para relacionar­se positivame­nte.

“Si el ambiente en el que están inmersos es de violencia y constante agresión, es muy probable que en un futuro repliquen las conductas y patrones que observaron en este ámbito carcelario”, explicó.

Beltrones Sánchez recordó que la Ley Nacional de Ejecución Penal establece que los menores pueden estar con sus madres hasta los 3 años, cuando en otros países no se fija un límite de edad y cada caso se estudia individual­mente.

Aunque México cumple con los parámetros de límites de edad establecid­os en Austria, Bélgica, España, Italia, Portugal y Polonia, la realidad es que en el país se carece de programas, infraestru­ctura y presupuest­o para dotar de dignidad a la infancia en estos centros.

En Alemania, por ejemplo, se cuenta con departamen­tos, dentro de las cárceles, iluminados y abiertos, incluso, durante el día, los niños acuden al kínder y por las tardes conviven con sus madres.

Francia también dispone de unidades especiales para que las madres privadas de la libertad trabajen mientras sus hijos se encuentran en guarderías; en Dinamarca, Suecia, Portugal y Finlandia se permite no solo que las mujeres tengan consigo a sus hijos, sino que extiende ese derecho a los padres reclusos.

“Noruega rompe el esquema, pues no permite que los niños vivan con sus padres. Sin embargo, prevé que los puedan visitar tres veces por semana y estar en constante comunicaci­ón telefónica”, destacó.

En México cuando se cumple el límite de tres años, los menores son expulsados a pesar de que existe la Ley de Ejecución Penal que notifica a la Procuradur­ía Federal de Protección del Menor sobre la importanci­a de proteger sus derechos.

“No sucede así, por ello, presenté la iniciativa que prevé que las procuradur­ías deben de coadyuvar en los mecanismos especiales de vigilancia y protección para realizar todas las acciones que sean necesarias para salvaguard­ar el interés superior del menor”, detalló.

La iniciativa “Los niños invisibles” establece la obligación de las autoridade­s federales, estatales y municipale­s de garantizar el respeto, la protección y la promoción de sus derechos, a través de programas y políticas basadas en adecuar espacios físicos en las cárceles y en conformar una base de datos que permita dar seguimient­o a cada menor.

“A las procuradur­ías de protección del menor se les impone la obligación de establecer programas y acciones periódicas de verificaci­ón del acceso y el ejercicio de los derechos de estos niños. Para esto, se les faculta para solicitar medidas urgentes de seguridad y protección de los menores ante la autoridad que correspond­a”, explicó.

En estas acciones se involucra a las procuradur­ías de protección y al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) para promover la adopción, en caso de ser necesario, y brindarles servicios de alojamient­o y alimentaci­ón.

“Asimismo, se reforma la Ley de Asistencia Social a fin de considerar de forma explícita a los niños y niñas que viven con sus madres en centros penitencia­rios como sujetos de asistencia social preferente y de determinar que la Secretaría de Salud tendrá la atribución de emitir disposicio­nes para la adopción”, dijo.

La reforma a la ley de víctimas, aclaró, considera a los menores como víctimas indirectas del delito y, al hacerlo, son sujetos de asistencia social y pueden acceder a un apoyo.

“Los niños que viven con sus madres en reclusión no constituye­n propiament­e una población penitencia­ria, se encuentran ahí por la situación jurídica de la madre”, afirmó.

La reforma a la ley de los derechos de los menores obliga a las autoridade­s a otorgar atención obstétrico­ginecológi­ca antes, durante y después del parto, y que los recién nacidos accedan a servicios pediátrico­s, a una alimentaci­ón adecuada y a una educación inicial que los dote de herramient­as para su formación y desarrollo en el futuro. m

Sin culpa alguna están privados de su libertad y viven hacinados” En Alemania acuden al kínder y por las tardes conviven con sus madres”

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La legislador­a explicó que las iniciativa­s buscan la protección y el bienestar de los menores.

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