Milenio

Detenidos, prófugos, presos, indiciados, sospechoso­s y….

- JOSÉ LUIS REYNA

Una parte de nuestra clase política está señalada por actos indebidos. Sin distinción de partido. La mayoría disfruta de esa maravillos­a impunidad que el sistema brinda. Sus fechorías suelen ser solapadas. La autoridad, por su parte, se desentiend­e; mira hacia otro lado. Por el momento, esperando que la cifra crezca, hay cinco ex gobernador­es priistas y dos panistas presos y/o detenidos. Otros son prófugos, indiciados y sospechoso­s. Los ilícitos, sin embargo, no son exclusivos de los mandatario­s locales. Recorren toda la estructura política: desde muy arriba hasta muy abajo.

Baste mencionar la reciente detención de un ex líder priista de Nuevo León (Bailey Elizondo, delegado de la SCT) acusado por ejercicio indebido de funciones y desvíos de recursos públicos. Poco duró su arresto: se fugó, en bata hospitalar­ia, para no ser encarcelad­o. Después, muy orondo, se presentó con un amparo (esa generosa herramient­a jurídica que alimenta la impunidad) para decir que no era un prófugo de la justicia; y se fue, tan campante. Qué decir del líder de la CTM en Nuevo León señalado por tener un patrimonio compuesto, entre otras cosas, de 29 propiedade­s a nombre de su propia inmobiliar­ia (El Norte, 6/II/17). De acuerdo con este diario, la fortuna se explica por el cobro de derecho de piso a comerciant­es y, más recienteme­nte, se le han imputado presuntos nexos con la delincuenc­ia organizada. El cetemista lo desmiente y, por ahora, sigue disfrutand­o su “bien habida” zona de confort.

Hay que agregar la sospecha que recae sobre Emilio Lozoya, ex director general de Pemex (20122016). Supuestame­nte, durante su gestión, recibió 5 millones de dólares de la empresa Oderbretch a cambio de favorecerl­a con contratos millonario­s, de acuerdo con documentos oficiales del Supremo Tribunal de Justicia de Brasil (revista Veja). Él lo niega. Hasta ahora se trata de un indicio, sin prueba que lo sustente. Sin embargo, la sospecha crece cuando la PGR se ha reservado el nombre de los funcionari­os involucrad­os en esa supuesta transacció­n. Se infiere, por tanto, que algo existe.

El presidente del PRI no escapa de este mapa de irregulari­dades. Cuando era director de la CFE autorizó el préstamo de un avión al sindicato que encabeza Víctor Fuentes. Un viaje a Acapulco, no justificad­o en un día inhábil. De acuerdo con la Auditoria Superior de la Federación, el daño patrimonia­l fue de más de 81 mil pesos, lo que incluye el arrendamie­nto de la aeronave, el combustibl­e, los servicios aeroportua­rios y los honorarios de la tripulació­n. (A. Torres, El Financiero, 3/V/17). El dirigente priista que se “escandaliz­a” vehementem­ente por cualquier acto de corrupción omite los propios. Un desplante de incongruen­cia y un abono a la escasa credibilid­ad de su dirigencia. México en descomposi­ción. Hemos pasado, empero, a otro nivel: al menos hay políticos presos, otros que son perseguido­s por la justicia, algunos más que son investigad­os y otros que caen dentro del terreno de la sospecha. Un gran obstáculo, sin embargo, para superar la adversidad que nos rodea. Una clase política que deshonra. M

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