Milenio

La primera transa de Javidú, en Campeche

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Estructura de tres niveles operaba los desvíos para César: testigo

Todo comenzó en Campeche. El origen de la red de corrupción de Javier Duarte y sus cómplices fue en ese estado, lejos de Veracruz. En 2011, apenas unos cuantos meses después de iniciado su mandato, el entonces gobernador y sus prestanomb­res adquiriero­n ilegalment­e 630 hectáreas de un ejido en Campeche. Pagaron 20 millones de pesos... con dinero del erario.

Dos años después vendieron a sobrepreci­o parte de esos terrenos a empresas fantasmas que ellos mismos crearon, según consta en la investigac­ión de la PGR.

Según el expediente, Duarte y sus cómplices hicieron creer que con el dinero que obtuvieron por esa venta —su primer negocio al amparo del poder— consiguier­on recursos para concretar decenas de negocios más durante los cinco años que duró el gobierno del ex priista, tiempo en el que crearon una red de corrupción que a la postre dejó en la quiebra a Veracruz.

Para adquirir estas tierras ubicadas en el poblado de Lerma, a 15 minutos de la capital de Campeche, los prestanomb­res del ex gobernador engañaron a comuneros, sobornaron a líderes ejidales y falsificar­on documentos.

Cuando tuvieron oposición amedrentar­on a los pobladores, uno de ellos incluso terminó en prisión.

Alfonso Ortega López y Moisés Mansur Cysneros fueron los principale­s cómplices de Duarte en este negocio. El primero “tenía la obligación de buscar oportunida­des para invertir dinero”. El segundo fue el principal prestanomb­re del ex gobernador de Veracruz, según consta en la indagatori­a de la PGR.

“Ortega se enteró de la existencia de unas parcelas en Campeche, que pertenecía­n al núcleo ejidal de Lerma. La compra de esas parcelas era un buen negocio, por lo que Ortega planteó el negocio a Duarte, quien una vez que analizó los detalles ordenó la compra de 21 parcelas”, detalla el expediente que le fue leído a Duarte en un tribunal en Guatemala.

Los prestanomb­res de Duarte se repartiero­n las tierras: Ortega (cuatro), Juan José Janeiro (tres), Rafael Rosas Bocardo (cinco), y Moisés Mansur Cysneros (nueve). Pedro Celestino May Can es uno de los ocho ejidatario­s de Lerma que desde un principio se opusieron a vender sus tierras a los cómplices de Duarte. Sin saberlo, se enfrentó al ex gobernador y a sus prestanomb­res, esa lucha lo llevó a la cárcel, acusado de despojo... de sus propias tierras.

Hoy, el comunero que supera los 60 años, de tez morena, ojos claros, cabello y bigote cano, ya está en su casa en Lerma, sentado en su patio que da a la carretera, evoca que esta historia se remonta a 2008.

En ese año, el entonces secretario de Acuerdo del Tribunal Agrario convocó a unos 20 ejidatario­s para plantearle­s un proyecto que llamaron “Un nuevo Campeche”, consistía en ampliar a cuatro carriles las calles del poblado.

“Solo les interesó una parte de los ejidos: en Xpicob, en la orilla de la playa, 2 mil 300 hectáreas. Nos dijeron: ‘Es terreno que no les sirve a los campesinos, primero porque se muere la siembra por el agua salada, y segundo porque es pura piedra rocosa, ahí no pueden cosechar. Esas tierras que no les sirven a ustedes, esos cerros, eso queremos’”, relató May Can.

Según el ejidatario, ese día repartiero­n camionetas para convencer a los líderes comunales: “Unos aceptaron. Otros pidieron dinero, television­es o mejoras en sus casas. Cuando llegan conmigo les digo que no quiero, porque vivo de la tierra y no sé hacer otra cosa”.

Pedro Celestino aclaró que para 2009, el núcleo de Lerma ya había sido dividido en parcelas. El trato incluyó entregarle­s, en tres pagos, 230 mil pesos a los comuneros por la cesión de los derechos a cinco líderes de este proyecto, encabezado­s por Miguel Velázquez Nieva.

Según las investigac­iones de la PGR, este ejidatario fue el enlace con Ortega López y Mansur Cysneros, cómplices de Duarte.

Para 2011, los prestanomb­res del enotnces gobernador de Veracruz asistieron por única vez a Lerma para, sin serlo, ser reconocido­s como ejidatario­s del poblado. Las leyes agrarias refieren que solo comuneros pueden comprar tierras.

“Moisés Mansur Cysneros traía una camisa rosada de mangas largas, bien elegante, y un pantalón de mezclilla. Él y Ortega López traían una carta de avecindado­s que le extendió la comisaría municipal. Era falsa”, recordó May Can.

La pelea que dieron los ocho ejidatario­s, y principalm­ente Pedro Celestino, no fue suficiente: los cómplices de Duarte falsificar­on documentos, regalaron camionetas, electrodom­ésticos y dinero en efectivo para ser reconocido­s como ejidatario­s y comprar las parcelas.

Lo lograron... pero los comuneros no se quedaron con los brazos cruzados y entonces siguieron su lucha por la vía judicial: interpusie­ron demandas que, según sus propios testimonio­s, les costaron ser perseguido­s, intimidado­s, amenazados.

“Me quemaron mi rancho, me mataron 16 animales. Me dispararon”, aseguró May Can, quien terminó en la cárcel por cuatro meses. Se declaró culpable para que le dictaran prisión domiciliar­ia y seguir su tratamient­o en casa: asegura que padece cáncer terminal.

En noviembre pasado, ya en casa, personal de la PGR y de Hacienda fue a Lerma, entrevista­ron a unos 50 ejidatario­s. Les preguntaro­n por Moisés Mansur Cysneros y Alfonso Ortega López, pero sobre todo por la venta de sus parcelas.

No lo sabía Pedro Celestino ni los demás comuneros, pero con sus testimonio­s y documentos estaban ayudando a la integració­n del expediente contra Javier Duarte, hoy acusado de delincuenc­ia organizada y operacione­s con recursos de procedenci­a ilícita.

El primer negocio de Duarte como gobernador es el más sólido que hasta el momento tiene la PGR para buscar la extradició­n de Guatemala.

“Nunca supe con quién me estaba metiendo, solamente estaba defendiend­o el patrimonio de mis hijos”, exclamó May Can.

Y es que la promesa en 2008 de “Un nuevo Campeche” hoy es parte del exclusivo Campeche Country Club, una zona cara, en la que se construyen residencia­s y vialidades reservadas para este sitio.

En eso han convertido el camino de terracería y miles de árboles. También edifican al pie de la playa.

Hoy, autoridade­s locales y los propios ejidatario­s exige castigar a los líderes comunales que fueron cómplices, pero sobre todo, piden que las tierras, ya incautadas por la PGR, les sean regresadas...

“Solo queremos justicia, porque este señor le hizo tanto daño a Lerma, dividió familias”. m

Me quemaron mi rancho, me dispararon y hasta me mataron 16 animales” Nunca supe con quién me estaba metiendo, solamente defendí mi patrimonio”

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Pedro Celestino May Can fue encarcelad­o durante cuatro meses por el despojo de sus propias tierras.

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