Ese chile sí embona
México es un país que, gracias a la visión de quienes lo han venido administrando, ha tenido grandes logros que son la admiración de propios y extraños, como los lugares más avanzados en materias tan humanistas que hasta te sientes parte de un universo muy especial. En gordura, arrasamos; en corrupción, somos la onda; en temas de impunidad, estamos al alba, y así por el estilo en rubros que te devuelven la fe en el futuro.
La cosa es que nunca se alcanza el primer lugar, a pesar de los esfuerzos y los recursos que se activan para conseguirlo, lo cual es muy frustrante. Pero, gracias al denodado empeño que se ha puesto para superar limitaciones, todo indica que al fin hemos superado a Siria en lo que a violencia se refiere. Un magnífico logro al que han contribuido los huachicoleros; los feminicidios que brotan alegremente por doquier, sobre todo en el Edomex; las matazones, secuestros y demás demostraciones del gran respeto que hay por el estado de derecho y su marco jurídico incluido, a los que cualquier chile les embona.
Claro que este enorme éxito habría sido imposible sin una pequeña pero muy sentida ayuda de las autoridades con sus espléndidas y bien pensadas estrategias, sin estar coludidas ni mucho menos con el crimen organizado.
Sin duda, en Siria se han esforzado en mantenerse en los primeros planos e incluso apenas un satélite yanqui encontró un horno crematorio en unas instalaciones carcelarias de Bashar al-Ásad —un ser de luz— para deshacerse de los disidentes, mejorando así a la guerra sucia tricolor.
Pero después de la historia de los siete periodistas secuestrados y atracados en Guerrero por un grupo compacto de 100 sicarios prácticamente adolescentes, y el terrible asesinato del reportero y escritor Javier Valdez, corresponsal de La Jornada, fundador de Ríodoce, una de las pocas publicaciones que hacía periodismo de investigación sobre el narcoestado, seguramente ya los sirios se quedaron en un lejano segundo lugar.
Y lo mejor es que los sirios carecen de los exaltados machotes que tienen nuestras autoridades para manifestar, ante estos actos tan lamentables, sus enérgicas condenas, la promesa de investigar hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga, hasta donde tope.
La experiencia nos ha permitido comprobar que, sin duda, así será.
Mientras eso ocurre, porque la crisis está en nuestras mentes, no queda más que celebrar y decir enhorabuena. M