2018: actores y debate
Se afirma con razón que las próximas elecciones del 4 de junio son un anticipo de lo que le espera al sistema político mexicano en las elecciones presidenciales de 2018. Hay razones estadísticas, de observación y análisis de cultura política, del ánimo social, de legalidad y prácticas electorales, de destinos políticos personales y proyectos partidarios. Son muchas las hipótesis que surgirán para prever y explicar los comicios presidenciales. Subsistirán varias interrogantes, entre otras, el estilo, tono, contenido y actores de la campaña presidencial.
Pocos recuerdan y menos reconocen la influencia decisiva del presidente Vicente Fox durante la campaña de 2006. Hasta los calderonistas de memoria selectiva prefieren no acordarse. El papel jugado por Vicente Fox en esa campaña fue fundamental para el apretadísimo triunfo del PAN. Hay quienes explican aquel resultado a partir de los errores de López Obrador. Otros u otras se atribuyen el mérito por su contribución marginal a aquel 0.56% de diferencia, como la maestra Elba Esther Gordillo, hoy presidiaria y apoyadora de Morena. Fueron muchos factores y aunque a algunos les pese, Fox en campaña fue uno de ellos.
No hubo semana durante aquel primer semestre de 2006 que Fox no saliera en los medios a defender su gobierno y a contrastar lo realizado con la oferta lopezobradorista. Fox influyó en una justa y rigurosa interpretación de la ley. El presidente de la República, el que sea y su gobierno, sus colaboradores, no renuncian a su ciudadanía en el ejercicio de la función pública. El tema es central para 2018.
Lo que López Obrador discutirá en entrevistas y videos —aun cuando el Instituto Nacional Electoral no se ha enterado— es el gobierno, las acciones y el rumbo de la administración de Enrique Peña Nieto y de sus principales funcionarios. Existe la fantasía colectiva dizque sustentada en la ley de que el gobernante y sus colaboradores más cercanos no deben intervenir en las campañas. Si lo que estará a discusión para informar y formar la preferencia electoral en la elección de 2018 es lo hecho en estos casi seis años, debería haber espacio a que los actores de lo que estará a discusión expliquen por qué lo hicieron y también por qué lo propuesto por sus críticos es inconveniente o irrealizable desde su punto de vista. No es la verdad absoluta, pero sus respuestas e intervenciones supuestamente se decidieron en términos de especialización, impersonalidad, racionalidad. No por desafortunada es menos auténtica aquella declaración del presidente Peña en el sentido de que ningún presidente se levanta pensando cómo joder a México.
No faltará quien diga que dado el nivel de aceptación de EPN y de su gobierno sería contraproducente para el partido en el poder dar la cara por sus actos. Niveles de aceptación de un presidente y capital social de la Presidencia no son sinónimos. Ya urge que si no EPN, sus colaboradores más cercanos y técnicamente preparados salgan a fundamentar lo que hicieron y por qué lo que el otro anda predicando como el futuro de México es delirante y conscientemente es un engaño. Nadie más lo va a hacer. M