No soy ni priista ni castrista
El asesinato de Javier Valdez y de las cerca de 200 mil personas no se resuelve con discursos ni oficiales ni con lamentos
Mucho menos soy, ni seré, parte del echeverrismo tardío. Estoy fuera de esas “izquierdas”. La decadencia del régimen político, la partidocracia, no podrá siquiera frenarse, menos superarse, si continúa la hegemonía del credo del nacionalismo y toda la ideología de la “Revolución mexicana”.
Se trata de combatir toda una manera de ser, el priismo ha permeado a toda la clase política y a todos y cada uno de sus partidos; a buena parte de las universidades, no solo a sus burocracias, sino también a muchos de sus docentes e investigadores y todavía a algunos de sus estudiantes; a 99.9 por ciento de los intelectuales y al mismo porcentaje de los dueños, comentaristas, conductores y escritores de los medios masivos de la prensa escrita, la radio y la televisión.
Esa hegemonía ha jugado un papel nefasto para la sociedad. La ha narcotizado al hacerle creer que vivimos en un país excepcional.
Suponer que el problema se reduce a la fase del neoliberalismo —como lo dicen el PRD, Morena y sus partidos satélites— y que, por lo tanto, se requiere “retomar el rumbo nacionalista y estatista “del periodo iniciado con el cardenismo para “volver a crecer con tasas de 6 y 8% del PIB” es continuar en un camino que condujo al país a las épocas de autoritarismo más brutales de la era de Díaz Ordaz y Echeverría y que también mantenían una desigualdad y pobreza inmensas.
Ni era fatal aceptar la falsa disyuntiva “Echeverría o el fascismo” en los años 70 ni lo es hoy caer en el espejismo de optar por el echeverrismo tardío o continuar la decadencia bajo el panismo o la continuidad de la restauración priista de Peña Nieto.
En el plano electoral hay un monopolio de la partidocracia que abarca a los “independientes”, por ello es un terreno donde solamente hay opciones “con más de lo mismo”, ya sea con la etiqueta del PAN cada vez más parecido a los peores vicios del PRI de antes y de hoy o con las franquicias de unas “izquierdas” defensoras del estatismo y nacionalismo priista o del castrismo de viejo y nuevo tipo.
El priismo de antes y de ahora, el panismo y las “izquierdas” castristas son nefastos.
Se requiere imaginar algo muy diferente. M