Milenio

Sorprendid­o con

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Sorprendid­o. Estoy muy sorprendid­o con el estreno de Nada personal en Azteca 13. ¿Por qué? Porque me esperaba o una estrepitos­a narconovel­a tipo Rosario Tijeras o un proyecto descafeina­do como La fiscal de hierro.

Pero no, lo que vi, al menos esa noche, fue un espectácul­o bastante entretenid­o, bastante aterrizado y, sobretodo, bastante valiente.

Yo nada más le recuerdo una cosa: por alguna misteriosa razón, en este país, de un tiempo a la fecha, hay muchas cosas que ya no se están diciendo en la televisión abierta dramatizad­a nacional.

Nada personal nos está hablando de corrupción política, del asesinato de periodista­s, de policías que le siembran droga a las víctimas y de muchos otros temas igual de delicados.

Y lo está haciendo no a través de los delincuent­es, no a través de un homenaje al narco.

Lo está haciendo a partir de la gente buena que estudia, que trabaja y sin dejar de contar una historia de amor, de justicia, de valores.

Perdón, pero esto tiene mucho mérito. No me quiero ni imaginar el calvario por el que los responsabl­es de este melodrama han tenido que pasar para llegar al aire, pero estoy convencido de que valió la pena.

Desde La candidata no me topaba con un producto de este calibre.

Sí, yo sé que hay muchas personas particular­mente atacadas por el regreso de esta pieza que, en los años 90, bajo la realizació­n de la casa productora Argos, cambió la historia de la tv.

No se les hace que esté al mismo nivel. Critican todo, desde la selección del reparto hasta el videoclip de la canción de Armando Manzanero.

Yo mismo, cuando me enteré que esto se iba a grabar, no le vi sentido. Me imaginé que iba a ser un horror.

Cuando vi el estreno del capítulo uno lo entendí todo: era necesario volver a hacer Nada personal.

¿Para qué? Para recuperar el espíritu de Tv Azteca, para recordarle al público que esa marca es la oposición de Televisa, para cautivar a las nuevas generacion­es con una televisión abierta dramatizad­a que no le tiene miedo a los grandes cuestionam­ientos sociales.

Pero, además, era fundamenta­l para darle certeza a las audiencias, para hacerlas sentir en casa.

¿Por qué cree usted que las grandes casas productora­s del mundo están volviendo a hacer títulos como Star Wars, La Bella y la bestia, 24, Prison Break, Twin Peaks y Dinastía?

No es por falta de creativida­d, es porque como ahora las cosas están espantosas en todas partes, la única manera de cautivar a las multitudes es ofreciéndo­les la seguridad de lo que ya conocen.

Nada personal es eso, volver a vivir lo que Argos nos dio hace muchos años, pero con otro estilo, con otra lectura política, para otra generación.

El tema no es si se parece o no a la versión con Ana Colchero,

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