La otra “mano de Dios”
Restan 3.8 segundos en el partido, Serbia y Montenegro gana 82-81 tras acertar un tiro libre. Tiempo para una posesión más. Andrés Nocioni saca desde el fondo, pasa a Alejandro Montecchia, quien conduce hasta cruzar la mitad de la duela, desde ahí sirve a Emanuel Ginóbili, que apenas recibe e intenta el tiro desde la entrada de la pintura. Se apoya en el tablero y Argentina se lleva su primera victoria en los Juegos Olímpicos de Atenas.
Esa noche, Gino se ganó el corazón de los seguidores del basquetbol, pero solo era el principio, Argentina vivió su momento más dulce cuando derrotaron a Estados Unidos en la semifinal, la última vez que cayeron antes de ligar tres medallas de oro consecutivas. Dwyane Wade, Allen Iverson, LeBron James, Tim Duncan y Carmelo Anthony fueron insuficientes para el quinteto que lideraba el de Bahía Blanca, ganaron el oro, se consagró como el jugador más valioso.
Eso no bastó para garantizarle la titularidad en su larga carrera en la NBA, de sus 15 temporadas con los Spurs, solo en dos pudo abrir más de 70 partidos. Desde el 2014 no apareció en el equipo titular, pero fue el estandarte para una NBA que aprendió a hablar español. Detrás de él, la generación de oro albiceleste, Pau Gasol y los españoles que dominaron el Mundial en 2006, Carlos Arroyo, Eduardo Nájera, Francisco Rodríguez y las decenas de hispanoparlantes que se consolidaron. Sus números no lo hicieron el más grande, fue el carisma, la entrega, asumirse siempre como el sexto hombre, el que podía cambiar el partido y la respuesta hasta el último minuto.
Todavía nos regaló una espectacular estampa con el bloqueo a James Harden que les dio el pase a las finales del Oeste. Sin apoyo era imposible sacarle algo a Golden State.
No ha decidido si se va, pero el contrato con el equipo en el que ganó cuatro anillos de la NBA expiró y en San Antonio ya le demostraron cuánto van a extrañar al mejor representante que ha tenido el basquetbol en castellano.