La ciencia en México, detrás del pan y el trigo
Expertos de todo el mundo vienen al Centro de Investigación para el Mejoramiento del Maíz y el Trigo para estudiar esos cereales con tecnología de punta y asegurar su rendimiento y calidad
Cuando una persona abre una bolsa de pan y saca dos rebanadas para hacerse un sándwich no se pone a pensar en cómo ese alimento y su calidad están relacionados con drones, sensores o, incluso, con el cambio climático y el esfuerzo de los científicos para satisfacer la demanda de los cereales de una manera sustentable.
En el caso del trigo, especialistas de todo el mundo vienen a México para estudiarlo con tecnología de punta. El objetivo es asegurar la cantidad y calidad nutrimental del grano, ya que el cambio climático, la reducción de superficie de cultivo, la demanda creciente y las plagas representan retos constantes. Ante ese panorama, el trabajo científico para que los productos de trigo lleguen a nuestra mesa no tiene descanso.
Líder mundial
La ciencia moderna tiene muchos logros respecto al trigo y México ha jugado un papel fundamental desde 1944, cuando Norman Borlaug llegó para trabajar en un proyecto impulsado por la Fundación Rockefeller y la Secretaría de Agricultura. Del programa fundado por el científico estadunidense nació el Centro Internacional para el Mejoramiento del Maíz y el Trigo (Cimmyt), una institución con instalaciones en 14 países , pero con sede en Texcoco y uno de los principales centros de investigación situado en Sonora.
Para asegurar una calidad adecuada del trigo, el centro de investigación emplea un proceso natural de cruza de plantas y “el impacto que tiene el trabajo es tan importante que más de 60 por ciento de las variedades de trigo que se siembran en el mundo provienen directamente del Cimmyt. En México, más de 80 por ciento del trigo que se siembra viene del Cimmyt, en colaboración con el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias”, explicó en entrevista Gemma Molero, investigadora especializada en la fisiología de la planta.
La experta subrayó que, al tratarse de un método natural, la investigación para mejorar un cereal es lenta. “Primero determinamos cuáles son las propiedades de cada planta, para que al combinarlas tengan un alto impacto. Hemos visto que los trigos tienen características que de forma individual son beneficiosas; sin embargo, no siempre se encuentran de forma combinada. Por eso seleccionamos un ‘papá’ y una ‘mamá’ que tengan las características que nos interesan, pero no todos los hijos salen como queremos y para conseguir una línea estable pasan entre cinco y siete generaciones”.
Para seleccionar esas plantas “las identificamos en el campo al evaluarlas con equipos muy sofisticados. También usamos drones con cámaras especiales, por ejemplo, una es térmica e informa la temperatura de la planta, porque en estudios previos hemos visto que cuando ésta es baja el rendimiento es más alto, porque el calor y la sequía ocasionan estrés a las plantas”.
Al respecto, la nutrióloga Ana María González opinó que “conocer las investigaciones que se hacen refuerza la importancia que tiene el trigo desde tiempos ancestrales. Es necesario que la población lo sepa, porque a veces la gente piensa que si un alimento es de origen industrial no tiene calidad, y en realidad es todo lo contrario”.
Mitos de la industria
González, licenciada en Nutrición y Ciencias de los Alimentos, certificada por el Colegio Mexicano de Nutriólogos, subrayó que la idea de que los productos industriales son menos nutritivos es una moda causada por información falsa, ya que la industria cuida mucho los aspectos de calidad, inocuidad y nutrición.
En cuanto a los alimentos artesanales, la experta aclaró que no son malos, pero es importante que estén elaborados con las medidas de higiene necesarias por cuestiones de seguridad alimentaria, de lo contrario, “lejos de estar comiendo algo que se cree que es saludable, la persona puede estar consumiendo mohos o bacterias”.
Debido a la desinformación, la especialista destacó que “es muy importante que como ciudadanos seamos responsables de a quién consultamos, porque desafortunadamente hay varios mitos en nutrición, pero creo que nosotros nos debemos asegurar, incluso pedir una cédula profesional, para saber que el que nos está orientando es la persona correcta”. Además, “todo lo que consumimos de la industria tiene como respaldo muchísimos estudios nacionales e internacionales”.
Más de 60% del trigo que se siembra en el mundo proviene de plantas generadas en el Cimmyt
“Lo que consumimos de la industria tiene como respaldo muchísimos estudios”: nutrióloga
Gemma Molero comentó que las investigaciones del Cimmyt han logrado tres principales beneficios al mejorar el trigo. Uno es que los granos de las nuevas variedades tienen mayor calidad, por lo que se obtiene un producto más nutritivo; otra ventaja es que se usan menos agroquímicos, porque “la resistencia a enfermedades hace que baje muchísimo la aplicación de pesticidas, lo que impacta positivamente en el consumidor”. Además, el cereal tiene más rendimiento, lo que es muy importante “porque hemos llegado a un momento en el que ya no podemos expandir el área de cultivo”.
Tras aclarar que el grano que se consigue y libera por el Cimmyt es libre de patentes y “cualquier agricultor lo pueda utilizar”, la especialista destacó que “los científicos nos aseguramos de que se generen trigos que está pidiendo la industria para dar un mejor producto al consumidor, porque si yo hago un trigo que se vea muy bonito pero viene una empresa como Bimbo y no le sirve para hacer un buen pan, entonces la investigación no funcionaría”.
Por eso, Molero subrayó que “cuando estás comiendo un pan de caja, te aseguras de que, aparte de que cumple estándares de calidad e inocuidad, el producto tiene vitaminas y otros nutrimentos necesarios”. m