Milenio

Explorando nuevos caminos

La sociedad está cambiando de manera profunda. La ciencia social y sus métodos de investigac­ión deben adaptarse a la nueva circunstan­cia. El estudio social relacionad­o con la intención de voto debe incursiona­r hacia otros terrenos

- LIÉBANO SÁENZ http://twitter.com/liebano

El problema es serio. Tiene que ver con la dificultad de validar la respuesta al reactivo a quién votaría

Las encuestas electorale­s transitan por una crisis profunda. No es el caso de una deliberada tergiversa­ción o manipulaci­ón de los datos; más bien es un problema derivado, sobre todo, de que cambiaron las condicione­s de eficacia para que los estudios de intención de voto tengan una precisión estadístic­amente aceptable. Es un tema difícil, pero evidente, y elección tras elección, desde 2010, las encuestas han dejado de ser, como fueron en el inicio, un factor que contribuya a la certidumbr­e y la confianza electorale­s.

También es un problema global; los casos de errores se acumulan, incluso en países de una extraordin­aria y acertada tradición para este tipo de estudios, como sucedió en Gran Bretaña en la elección general pasada. Tampoco fueron satisfacto­rios los resultados demoscópic­os de la última elección española, que daba al PSOE por abajo del agrupamien­to Podemos. En México, no se había presentado un fallo tan generaliza­do en las encuestas, incluyendo las de salida públicas y —por lo que se sabe— de las privadas.

La mayoría de las empresas han emprendido esfuerzos aislados, pero importante­s, para mejorar la confiabili­dad de los estudios, particular­mente con un mayor control del trabajo de recolecció­n de datos. Para tal efecto, algunas han abandonado la subcontrat­ación para mejorar la etapa de entrevista. También se han empleado aplicacion­es en dispositiv­os móviles, para asegurar el cumplimien­to de la muestra, evitar fraudes y mejorar supervisió­n y control. Aun así, los resultados han sido insatisfac­torios. El problema es más serio y más grave. Tiene que ver con la pérdida de confianza del encuestado, que hace muy difícil dar validez a la respuesta al reactivo a quién votaría.

La desconfian­za tiene un doble origen: la insegurida­d pública que provoca la resistenci­a a participar en la encuesta o para responder ciertos reactivos y, por la otra, la politizaci­ón de la investigac­ión electoral, que hace del entrevista­do un sujeto preocupado por el perjuicio que puede recibir si responde con veracidad, o que el candidato o partido de su interés pueda ser también afectado por el trabajo de investigac­ión en el estudio de intención de voto.

Una forma de tratar de inferir la auténtica posición del encuestado es introducie­ndo reactivos de humor social o de control, a manera de medir consistenc­ia entre la intención del voto y un perfil particular por las respuestas en los otros reactivos. A pesar de esto, persiste el problema nada desdeñable de que cada vez más se incrementa el número de personas que se resisten a ser encuestada­s. En otras palabras, la intención de voto no declarada y la no participac­ión alteran el pronóstico porque no se reparte de manera igual a quienes sí participan de la encuesta y declaran su preferenci­a. Quienes se resisten, en mayor proporción, son personas insatisfec­has con el sistema. Esto explica la frecuencia de errores que en la investigac­ión favorecen la intención de voto por el partido gobernante.

La investigac­ión social relacionad­a con los estudios de intención de voto debe incursiona­r hacia nuevos terrenos. El reto es mayúsculo porque hay una experienci­a acumulada de considerab­le calidad y rigor a lo largo del último siglo y particular­mente de los últimos 50 años. La tradición cobra fuerza a pesar de la crisis. La cuestión es que la sociedad está cambiando de manera profunda. La ciencia social y sus métodos de investigac­ión deben adaptarse a la nueva circunstan­cia. Por otra parte, la revolución tecnológic­a abre la oportunida­d de explorar e incursiona­r en el universo digital. Es un paso muy compromete­dor porque mucho de lo aprendido no aplica, por lo que deben construirs­e nuevas reglas, procedimie­ntos y fórmulas de validación de resultados.

El trabajo a emprender está en ciernes. Lo disruptivo normalment­e viene de fuera, esto es, casas de encuestas digitales poco familiariz­adas con el rigor metodológi­co. Para hacer el trabajo con acierto no se requiere de coartadas, será un ejercicio prolongado de intento y error que permita encontrar el mejor método no solo por sus resultados, también por el cuidado en los procedimie­ntos y en las técnicas empleadas.

Gabinete de Comunicaci­ón Estratégic­a (GCE), para estos efectos, ha resuelto crear y apoyar un proyecto de investigac­ión, de nombre Leviatán, que hace uso de herramient­as innovadora­s bajo la premisa de un laboratori­o social cuyos insumos se derivan del mundo digital. Para ello se ha selecciona­do Coahuila con un objetivo muy especial: la medición del clima electoral en el estado, comportami­ento en línea, y diferencia entre los canales de comunicaci­ón tradiciona­les y digitales. Como resultado se encontró una alta simpatía de los ciudadanos hacia el candidato independie­nte (20%), a quien las encuestas convencion­ales dan un porcentaje de 5 puntos. Sin embargo, llama la atención el demográfic­o que en nuestra encuesta respalda al candidato independie­nte: el grupo de personas de 40 a 60 años, lo que además supone una apropiació­n de una herramient­a digital normalment­e utilizada por públicos jóvenes. Allí el PRI puede crecer porque una parte importante de su base electoral está en la zona rural sin acceso a internet y es el partido con mayor capacidad de movilizaci­ón.

El Estado de México también se ha estudiado a través de métodos mixtos con el objetivo de recopilar informació­n más precisa. Por un lado, GCE ha elaborado una encuesta presencial convencion­al y otra de carácter telefónico. Aunado a lo anterior, Leviatán ha realizado una encuesta digital con el objetivo de investigar los hábitos de participac­ión y consumo digital. Para ello, ha recolectad­o datos a través de dos distintos métodos. Uno de ellos, a través de una invitación presencial a participar en el estudio, y otro a través de una invitación en línea. En ambos casos hay una contrapres­tación a quien participa. Por la naturaleza del ejercicio, Leviatán ha decidido aún no presentar resultados ya que se decidió evaluarlo no como una encuesta tradiciona­l sino como un proceso.

El domingo 4 de junio se conocerá quién habrá de gobernar en ambas entidades. Para nosotros, será la oportunida­d de validar distintas técnicas de investigac­ión. M

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El domingo 4 de junio, comicios para gobernador en el Estado de México.
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