Blackmore quiere tocar de nuevo con Deep Purple
En una transmisión televisiva César Luis Menotti comentaba que un chico de sobrado talento para el futbol, como Román Riquelme, entonces el jefe de Argentina y del Boca Juniors en la media cancha, después de pasar inadvertido un año en el Barcelona, nunca iba a trascender porque su rostro denotaba que no se divertía con la carrera que había elegido. Su cara demuestra que no disfruta el juego y así es imposible, decía el afamado técnico, gran lector como su colega Jorge Valdano.
La sentencia de Menotti acaso no se cumpla para otras actividades, como la música o la filosofía. El guitarrista Ritchie Blackmore, que volvió el año pasado al hard rock después de dos décadas imbuido en ritmos medievales, lanzará estos días un par de sencillos con su renacida agrupación Rainbow y el chileno Ronnie Romero en la voz, y en ese contexto dio una entrevista a The Guardian, en la que sorprende con su disposición a tocar de nuevo con Deep Purple, si lo invitan, y con el convencimiento de que jamás se ha divertido haciendo música en estudio o en vivo, pues es algo muy serio para tomarlo de otra manera.
El año pasado, cuando la banda fue elegida para el Salón de la Fama del Rock, rehusó asistir, entre otras razones, por su añejo conflicto con los demás integrantes. De hecho el video de su última participación en vivo con el grupo, titulado High Hell or High Water (“Llueve o truene” puede ser una traducción aproximada, 1993, disponible en iTunes), evidencia la abierta animadversión que ya había entre él y el cantante Ian Gillan, a quien apenas comenzada la tocada, le lanza un vaso de agua y una mirada con algo más que furia. Culminado el concierto, el tecladista (ya fallecido) Jon Lord contiene al vocalista, quien intentaba zafarse para ajustar cuentas con Blackmore.
De vuelta a la charla con The Guardian, Ritchie considera que “es probablemente improbable” que Deep Purple lo invite, quizá consciente del dato, más que de la larga historia de peleas, de que al menos el legendario baterista Ian Paice ha dicho no querer embarcarse de nuevo en esa conocida situación, “no hay modo” fue su expresión, pues la banda funciona con un talante amistoso y dedicada a pasarla bien en el escenario sin preocuparse de otra cosa, mientras que Blackmore no trabaja así.
“A estas alturas de mi vida (todos andan setenteando) ya no estoy para nubarrones. Quiero dejar claro que quiero a Ritchie a muerte, pero no puedo garantizar que el día a día con él de nuevo va a ser divertido”, declaró el baterista a The Rock Brigade hace semanas.
Y ahí está el punto. En pasarla bien y divertirse. Dos cosas que no le interesan a Blackmore, según sus palabras al Guardian: “Yo no busco divertirme, trabajo duro en eso. Estoy muy contento con mi forma de pensar, a mi manera, pero diversión, ni siquiera sé qué es eso. No creo que el mundo sea un lugar divertido. No sé por qué debo ir por la vida con una sonrisa permanente diciendo que todo es maravilloso. Simplemente no quepo en esa área. Muchos músicos dicen siempre que es divertido, pero creo que la música es algo serio y no puedo hacerla si me estoy divirtiendo. Es un trabajo duro y gratificante, pero, ¿divertido?”.
Sin embargo, este hombre con esa aversión al entorno, acaso lector de Schopenhauer y Cioran, no ha tenido impedimento para ser un exponente mayor de la guitarra y, a diferencia de la sentencia de Menotti sobre su malencarado y talentoso paisano pambolero, Blackmore ha trascendido más allá de su inducción al Salón de la Fama del Rock, pues el legado de su Fender ha sido una veta única para las posteriores generaciones de músicos considerados hoy de culto con la de seis cuerdas, como Yngwie Malmsteen, Joe Satriani y Steve Vai, quienes agrupados en las distintas formaciones de G3, han grabado versiones memorables de las clásicas del Purple y hasta discos de cóvers.
Pese a que es “improbable la probabilidad” de que Blackmore, el hombre que trasladó a Bach al hard rock, toque de nuevo con el Purple, cabe la esperanza por una no muy antigua declaración de Gillan, quien dijo sobre sus eternos diferendos con Ritchie que ya están grandecitos para envolverse en rencillas de juventud. Ojalá. m