Cuando la DEA amaba a Noriega. El absurdo lleva años
Esta carta fue parte de la defensa en el juicio de Manuel Antonio Noriega en Estados Unidos. 27 de mayo de 1987 General Manuel Antonio Noriega Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Panameñas Querido General Noriega Una vez más la DEA estadunidense y las fuerzas de la ley panameñas han unido esfuerzos para golpear duramente a la plaga de los traficantes de droga. Como ya lo sabe, la recientemente concluida Operación Pieces ha sido muy exitosa; varios millones de dólares han sido recuperados de los traficantes y lavadores de dinero.
Su compromiso personal con la Operación y la competencia, profesionalismo e incansables esfuerzos de los oficiales a su cargo en la República de Panamá fueron esenciales para la positiva conclusión de esta investigación. Los traficantes de droga alrededor del mundo saben muy bien que los beneficios de sus ilícitas aventuras no son bienvenidas en Panamá.
Espero que continuemos trabajando juntos. La DEA siempre estará gustosa de esta cercana sociedad que nos permita emprender más luchas en contra de los traficantes de droga, cada vez que la oportunidad se presente.
Sinceramente. John C Lawn. Administrador. Drug Enforcement Administration.
Ese mismo año, un Gran Jurado de Miami lo había acusado de fraude, conspiración y tráfico de mariguana y cocaína. Dos años después, el gobierno estadunidense invadió Panamá para arrestarlo, acusado de usar, entre 1981 y 1986, una red militar y empresarial para proteger cargamentos con más de 4 mil 400 libras de cocaína con destino a Estados Unidos.
Hace 27 años me tocó estar en una corte de Miami.
“En este país usted es inocente hasta que se compruebe lo contrario”, le advirtió a Manuel Antonio Noriega, el juez federal William Hoeveler.
“En este país —continuó— tiene usted derecho a un juicio justo y rápido ¿Entiende usted todo esto?
“Sí, todo me lo han explicado mis abogados”, respondió con un dejo de ironía el que fuera el hombre fuerte de Panamá, por años informante de la CIA, jefe de las fuerzas de defensa, socio de Oliver North y autonombrado jefe de gobierno en Panamá unos meses antes de su arresto.
Vestido de militar, Noriega respondió en español, escuetamente, a todas las preguntas, nunca volvió la cara hacia el público y la prensa y en un par de ocasiones consultó con sus abogados. Ayer murió Noriega. Algo dice su historia del absurdo de esta guerra contra el narco en la que el continente sigue metido. M