Pensar más allá del domingo
¿No le preocupa vivir en un país sin rumbo, que no sabe hacia dónde irá en los próximos años? A estas alturas del sexenio de Peña Nieto, está claro que el gobierno no tiene otro interés que obtener el resultado menos malo para el PRI en las elecciones del próximo domingo y de julio de 2018. Sálvese quien pueda, parece ser la divisa en Los Pinos, mientras los problemas serios —crecimiento económico mediocre, finanzas públicas en aprietos, inflación creciente, seguridad descontrolada y al alza, casos de corrupción sin castigo, relación con Estados Unidos en la incertidumbre, pobreza estancada y desigualdades crecientes— solo son administrados para que no revienten en los próximos 18 meses. Nadar de muertito y que el próximo presidente se haga cargo de todas esas bombas de tiempo.
El gobierno, junto con PRI, PAN y PRD —el famoso Pacto por México—, le vendió al país un proyecto de modernización, fundamentalmente económica, consistente en un conjunto de reformas estructurales (fiscal, energética, laboral, financiera, de telecomunicaciones, educativa, etcétera) para destrabar una economía incapaz de crear y distribuir riqueza al ritmo que la sociedad demanda. Dos años después de que esas reformas se convirtieron en normas constitucionales, su aterrizaje en la realidad es heterogéneo, pero claramente insuficiente y con alguna excepción —quizá la SEP, que continúa empujando su reforma ahora con el nuevo modelo educativo— pareciera que el impulso modernizador es cosa del pasado. La economía no crece más ni distribuye mejor la riqueza. La potencialidad de las reformas sigue siendo eso, un potencial.
Además, ese proyecto de cambio —meritorio, defendible y perfectible sin duda alguna—, aparte de las fallas de instrumentación, tuvo una omisión notable: a los ideólogos del pacto nunca les pareció que hacer realidad el estado de derecho fuera una tarea prioritaria. No hubo ninguna iniciativa para fortalecer la cadena institucional de seguridad y justicia y la creación del Sistema Nacional Anticorrupción fue una ocurrencia muy afortunada, pero tardía del PAN, que enfrenta una resistencia feroz del gobierno y del PRI para que se haga realidad.
Estando así las cosas, la pregunta por el futuro del país adquiere una enorme relevancia. En el futuro inmediato el reto consistirá en capotear durante año y medio los problemas enunciados anteriormente, con el agravante de que al piloto parece que no le interesa conducir el barco a buen puerto, sino que su partido sobreviva un naufragio ya inminente y él pueda vivir sin preocupaciones legales en el futuro. Su herencia pinta terrible.
La sucesión presidencial debiera ser, por tanto, el espacio para replantearse y discutir el futuro del país. La propuesta más perfilada es la de López Obrador y consiste, según su libro y sus discursos recientes, en una regresión al pasado en materia económica: su oferta daría marcha atrás en las reformas estructurales y el gasto público desbordado sería el principal motor de la economía. Echeverría y López Portillo resucitados. Los problemas del estado de derecho —corrupción, inseguridad, violencia, crimen organizado— se arreglarán con la sola llegada de AMLO al poder y su testimonio de honestidad. En materia política, el retorno recargado del autoritarismo. Cualquier entrevista suya en medios lo anuncia a gritos.
El problema es que el tiempo transcurrido para que la realidad desmienta su autoritarismo y su populismo económico puede ser suficiente para que los problemas se agraven. Terrible futuro, especialmente si el resto de la oposición —la oferta del PRI, cualquiera que sea, adolecerá de un gran problema: difícilmente ganará, pues tiene un enorme déficit de credibilidad— no articula una (en caso de que se forme una alianza electoral que desemboque en una coalición de gobierno) o varias propuestas serias y viables para que el pensamiento mágico de López Obrador y un mayor deterioro en todos los frentes no se conviertan en el futuro del país. M
La sucesión presidencial debiera ser, por tanto, el espacio para replantearse y discutir el futuro del país