Lord Telenovela
Sí, ya sé lo que me va a decir: yo no veo Televisa, a nadie le importa lo que suceda en la televisión abierta. ¿Telenovela? ¿Qué es una telenovela?
Qué honor escribir para un público tan culto y refinado pero, con la pena, hay que hablar de los últimos capítulos de El bienamado, el melodrama seriado que se transmite a las 20:30 por Las Estrellas.
¡Pues no dice usted, en medio de su profunda inteligencia, que hay que ser tolerantes!
Bueno, pues demuéstreme su clase hablando de esto como luego habla de los productos
premium, de las animaciones japonesas y de las emisiones coreanas.
Pero, además, hay que hablar de El bienamado porque hay muchísimos más millones de personas sintonizándolo que la totalidad de suscriptores que Netflix tiene en nuestro país.
Y usted, que defiende las causas más válidas del universo, no va a discriminar a todas esas personas por pobres, ignorantes o provincianas, ¿verdad?
Eso hablaría muy mal de usted y un ser humano, insisto, tan completo, no estaría dispuesto a arruinar tantos años de lucha social por algo tan “insignificante” como una telenovela.
En el remoto caso de que usted haya visto la producción original brasileña o alguna de las enemil versiones que se han hecho en otras partes del mundo, igual.
¿Verdad que no va a pecar de ignorante jugando a que una es mejor que la otra cuando todos sabemos que estamos hablando de circunstancias opuestas?
¿Cuál es la nota? Que este domingo se va a transmitir el
capítulo final de esta producción de Nicandro Díaz (Destilando amor).
¿Y? Pues que tenemos un asunto muy interesante entre manos.
El bienamado es un formato que choca contra el de las telenovelas mexicanas y que hoy, paradójicamente, triunfa en el contexto de las telenovelas mexicanas. ¿No se le hace increíble?
Vámonos al origen: esto era una telenovela brasileña.
En Brasil las telenovelas le cantan al placer, más que centrarse en las historias, giran alrededor de los personajes y entre más típicos de su cultura popular, mejor. Son chistosas.
En México las telenovelas le cantan al dolor, más que centrarse en los personajes, giran alrededor de las historias y entre más alejados de la cultura popular, mejor. Son “aspiracionales”. Nada qué ver entre El bienamado y las historias protagonizadas por Lucero, Thalía o Adela Noriega.
Bueno, pues Kary Fájer, Gerardo Luna y Julián Aguilar, los responsables de la adaptación de los guiones originales de Dias Gomes consiguieron el milagro de hacer mexicano algo que no lo era. Son unos genios.
¿Y cómo lo lograron? Fortaleciendo la historia y moviendo el tono de los personajes de su humor costumbrista a algo mucho más nuestro y, lo más importante, blanco y popular.
Es admirable el trabajo de estos escritores porque gracias a él, actores y directores pudieron bordar un espectáculo que jamás dejó de ser bonito.
Fíjese lo que le estoy diciendo porque nuestras pantallas están plagadas de narco, violencia y cosas peores, y El bienamado no va por ahí.
A mí se me hace muy sintomático que este concepto se haya sostenido con tantísima dignidad, pero se me hace todavía más fuerte un dato:
Su éxito es el éxito de lo diferente. Ahora sí ya puedo decir que el público mexicano está preparado para dar un salto del dolor al placer para aceptar historias menos tradicionales para evolucionar.
Y los actores, felices. Si yo fuera Jesús Ochoa, Laura Zapata, Chantal Andere, Diego de Erice, Luis Gatica u Olivia Collins, sería el actor más realizado de México.
¡Cuándo en su vida hubieran imaginado que iban a interpretar en televisión abierta privada nacional esos personajes tan atípicos, tan coloridos, tan diferentes y tan entrañables!
El bienamado debe ser una golosina inmensa para Mark Tacher, Andrés Palacios, Francisco Gattorno, Reynaldo Rossano, Salvador Zerboni y para todos los demás.
¿Ahora entiende la importancia de este proyecto?
Por supuesto que a mí me hubiera gustado más que, en lugar de acudir al costumbrismo brasileño, Televisa hubiera creado algo nuevo que partiera de nuestra sensacional cultura popular mexicana.
Obviamente, me hubiera encantado que esa empresa se hubiera adentrado en nuestra identidad, que hubiera jugado con nuestros valores de otra manera.
Pero esto pudiera ser el principio, por eso me interesa que lo aprecie, que lo goce y que lo comente.
Además, sin ser un derroche económico, El bienamado es un producto precioso. Grandes créditos de entrada, dirección de escena, fotografía, edición electrónica y musicalización.
Sí, ya sé que usted no ve Televisa, que a nadie le importa lo que suceda en la televisión abierta y que ¿Telenovela? ¿Qué es una telenovela?
Pero luche por ver los últimos capítulos y, por supuesto, el final de la historia del político que protagoniza esta historia en un muy simbólico domingo electoral. Vale la pena. ¿A poco no?