Milenio

EL BLOCKBUSTE­R QUE NOS MERECEMOS

- SALVADOR MEDINA ARMIENTA*

Dentro de la baraja de superhéroe­s que plagan nuestras pantallas cada año, existen pocos o nulos personajes femeninos. Y dentro de ellos, es difícil ver mujeres que se sostengan por fuerza propia, que represente­n dignamente al género o que sirvan para algo más que un adorno o complement­o para el héroe principal. De ahí la importanci­a de que Wonder Woman (Mujer Maravilla), tenga éxito en crítica y taquilla. La decisión de poner al frente del proyecto a la directora Patty Jenkins, cuya experienci­a como creadora se limitaba a ciertos proyectos de televisión y a Monster, película que dirigió hacer casi dos décadas, levantó muchas suspicacia­s. ¿Se trataba acaso de una decisión basada únicamente en género? ¿No existen otras mujeres u hombres capaces de explicar el origen de la amazona? Pero el estreno de la nueva película deDCComics sorprender­á ala gran mayoría, silenciará a muchos detractore­sy, segurament­e, abrirá una nueva era para las mujeres detrás de cámaras.

Hay que decirlo: Mujer Maravilla es el block bus te r que nos merecemos. No se trata de una película perfecta, pero es quizás lo más cercano a ello que encontrare­mos en muchos años.

Mujer Maravilla es un microcosmo­s de todo lo que necesita Hollywood. Su logro yace en la historia que cuenta, en un guión impecable que cuenta la historia de origen de su personaje mejor que cualquier otro y en un mensaje perdurable y universal, relacionab­lepara espectador­es cercano sal género de superhéroe­s o ajenos a él.

Además, la diversidad del cast habla de lo que representa Mujer

Maravilla y su mensaje. En un momento, Diana tiene una conversaci­ón con Chief (Eugene Brave Rock), un indio americano que trabaja como contraband­ista. Cuestionad­o sobre por qué no lucha, Chief le comenta que su pueblo perdió todo en otra guerra, y que los culpables son la gente de Steve, o sea, el hombre blanco. De igual manera, Sameer (Saïd Taghmaoui), otro aliado de Diana en su lucha, le asegura que él no quería ser soldado sino actor. “Pero nací del color equivocado”. Algo de lo que carece y contra lo que lucha Hollywood constantem­ente.

Diana o la Mujer Maravilla, interpreta­da a la perfección por la guapa y más talentosa que nunca Gal Gadot, radica en Temiscira, una isla paradisiac­a donde vive con las amazonas, en un lugar protegido por Zeus del resto de la humanidad. Diana, desde corta edad, quiere entrenarse para ser como su tía Antiopia (Robin Wright), pero la reticencia de su madre Hipólita (Connie Nielsen), provoca que deba aprender a sus espaldas.

Conforme crece, Diana se convierte en la guerrera más poderosa de las amazonas, pero Hipólita busca protegerla a como dé lugar, temerosa de que Ares la encuentre. Y es hasta que el mundo real llega a Temiscira, que Diana entiende que debe buscar su propio destino, lejos de la sombra de las amazones.

Steve Trevor (Chris Pine), un espía norteameri­cano trabajando para el imperio británico, trae a la isla noticias sobre La Gran Guerra. Convencida de que Ares está detrás de los alemanes, Diana se aventura al mundo real para detener la injusticia del enfrentami­ento y detener al dios de la guerra, encarnada en primera instancia por el general Ludendorff (Danny Huston) y su química conocida como Doctor Poison (Elena Anaya).

Es entonces que Diana se enfrenta con lo que suele suceder con héroes de la misma envergadur­a:decepción y des ilusión al reconocer la naturaleza del hombre como una especie imperfecta, y capaz de cosas terribles.

A diferencia de otras películas de D.C. Comics, Mujer Maravilla tiene grandes momentos cómicos, pero sin llegar a ser absurdos o parecer plantados. El contacto de Diana con el mundo exterior presenta grandes oportunida­des para generar risas y empatía con su protagonis­ta, en particular frente al contrapunt­o que es el impetuoso pero valiente Steve.

Ares, más que un personaje, se encarna en la capacidad del hombre por hacer el mal, incluso contra sus propios intereses. Y es justo cuando Diana enfrenta esa realidad, que la obra trasciende de ser una simple película de superhéroe­s y se enfrenta a algo más.

Como ningún blockbuste­r, Mujer Maravilla pone al espectador frente momentos de gran tristeza, de injusticia, exponiendo la atrocidad de la guerra y el enorme daño que genera el hombre. Diana representa la bondad absoluta y la necesidad por personas que levanten la mano y actúen ante las injusticia­s, antes de que los daños sean irreversib­les.

Diana es un personaje redondo, que posee una cierta ingenuidad pero una fortaleza inquebrant­able. Es refrescant­e ver la fuerza femenina llenando la pantalla, no sólo con la belleza de su protagonis­ta, sino con valores de hermandad, servir al prójimo y sacrificio por los demás. Se trata de un enfrentami­ento entre el bien y el mal que radica en nosotros.

Se trata de quizás la película de superhéroe­s más importante de todas, no sólo por su trascenden­cia y su mensaje, sino por lo que dice de las mujeres en Hollywood y en los medios. Patty Jenkins hace un trabajo más que notable, jamás olvidando que tiene en sus manos de traer una franquicia millonaria, pero con la responsabi­lidad de representa­r a un género.

Palabras sobran acerca de Gal Gadot, cuyo carisma, personalid­ad y talento na to, nos pone frente a una heroína de época. Gadot es literalmen­te la Mujer Maravilla.

Un logro para nuestros tiempos.

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