Milenio

El proctólogo de Kioto y sus protocolos

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN

Si a Donald Trump le vale gorro el cambio climático y salió como las chachas del Acuerdo de París (a lo mejor fue a visitar al Proctólogo de Kioto), e incluso le tiene sin cuidado que Vladímir Putin lo trate como a su mascota, no sé por qué los mexiquense­s deben de guardar tres días de reflexión sesuda para emitir su sufragio efectivo. A estas alturas del partido era para que todos tuvieran claridad sobre cuál es el destino de su voto y podría protestar por esa cosa tan demodé que es la ley seca, más que por la telenovela de Eva Cadena, que ya está agarrando un tono casi tan predecible como La Piloto.

Lo que sí no fue nada predecible fue que el Congreso de Jalisco, quizá todavía aturdido por el triunfo de las Chivas, permitió que prosperara la iniciativa del señor Kumamoto llamada “Sin voto no hay dinero”, que pretende dotar de recursos a los partidos políticos basados no solo en el membrete y en las supuestas fuerzas vivas que los nutren, sino en los sufragios realmente existentes a su favor en las urnas. Por supuesto, un verdadero despropósi­to, sobre todo si pensamos que nuestros institutos políticos están acostumbra­dos a la clásica padroterar­ia intensiva a costillas del erario.

¡No puede ser! Seguro que para evitar tamaño atropello, las fuerzas del bien y de la razón encontrará­n la manera de exhibir los trapos sucios de Kumamoto para desprestig­iarlo a él y a su proyecto, quizá aplicándol­e la terapia Delfina Gómez o algo por el estilo. Ya verán que las cosas no se pueden quedar así. Digo, ni modo de quedarnos sin la querida presencia del Partido Verde, el PT o Nueva Alianza.

Ya me imagino que ante el riesgo de contagio con otras entidades, muchos líderes como el inigualabl­e Ochoa Reza, que está a punto de irse solito a salvar Venezuela, o el Instituto Chuchístic­o de Verano, se podrían poner peor que Maluma ante una pregunta incómoda, les dará hasta diarrea y probableme­nte requieran de cantidades industrial­es de papel de baño con la cara de Donald Trump.

O ahí estará el quitarrisa­s de consejero Murayama alegando que el Congreso no puede quitar el dinero a partidos.

Ya lo único que queda para tranquiliz­arnos ante tanta canalla antisistem­a es que la PGR va a resguardar toda la informació­n, pero sobre todo los nombres de los funcionari­os mexicanos involucrad­os en los cochupos de Odebrecht, para que no se alteren los comicios en la idílica tierra del Edomex, en Moreiland, Veracruz de Yunes, el otro Duarte, y Nayarit, donde los Layines hacen su nido.

A ver si nos agarra el proctólogo de Kioto con sus protocolos. M

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