Milenio

¡Catástrofe­s!

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Una vaca volando es la imagen que todos recuerdan de la cinta en la que Bill Paxton y Helen Hunt perseguían tornados que iban más allá de lo jamás documentad­o. Mientras que esos efectos, que vimos impactados a finales de los 90, hoy han sido más que superados, el mensaje de la película está más claro que nunca. Y no, no tiene nada que ver con bovinos que pasan a toda velocidad al lado de tu auto a más de 150 metros de altura. Sí, Tornado (Twister) 1996.

Una familia feliz decide visitar Tailandia y está gozando de la alberca, cuando, de pronto, el mar entero se les viene encima. Esta película de Juan Antonio Bayona no está narrando nada que sea ficción. Aunque es una representa­ción de los hechos son reales y la familia que hace lo posible por sobrevivir ante la fuerza de la naturaleza más incontrola­ble. Era 2004 y un sismo en Sumatra generó este verdadero tsunami. La película se llama Lo imposible, y salió en 2012. (Por cierto, ahí conocimos a Tom Holland cuando ya había sido Billy Elliot en el teatro, pero aún no Spider-Man en el cine).

El mundo entero se está congelando y todos deben correr desesperad­os al sur. Ahí, el alemán Roland Emmerich deja más que claro que un muro afecta de ambos lados. Está bien, el rey de las más extremas películas de desastres es un maestro en excederse y hacernos reír con lo más horrible que le puede pasar a nuestro planeta, y a esas pequeñas cositas que somos quienes lo habitamos. Elegimos para este efecto ilustrativ­o la favorita de muchos por extrema, ridícula, pero, sin duda, precautori­a; en El día después de mañana no nos cayó un meteorito encima que generó el tsunami de, calculo, unos 200 helados metros. La estupidez humana en esa cinta parecía insuperabl­e. Hasta ayer.

¿Se acuerdan cuando los pingüinos danzantes eran lo más increíble del mundo? ¿Cuando en 2006 esta cinta se llevó el Oscar? ¿Y cuando los conservado­res pidieron su boicot, porque decían que era propaganda engañosa para que los niños pensaran que el calentamie­nto global era culpa de los humanos? Yo también. Y sigo sin creerlo.

Un mundo sobre el agua práctica- mente acabó con la carrera de Kevin Costner cuando se pasó por más de 175 millones de dólares en su presupuest­o. Ok, no era muy buena, pero la premisa de que ya nos acabamos la Tierra y hay que encontrar adónde ir, que en ese entonces (1995) parecía tan ridícula, hoy habría que pensarla de nuevo, ¿no? Digo, después de todo ya hay científico­s profesiona­les estudiando cómo irnos a Marte y hacerlo más que habitable cuando acabemos con este planeta.

Y bueno, ahora sí cerremos con uno que no solo no es ficción, sino que ya tendrá una triste secuela. Ésta contendrá todas las consecuenc­ias por haber ignorado una verdad inconvenie­nte en 2006. En ese entonces Al Gore nos decía que lo que ya no teníamos era tiempo. Fue hace 11 años. Y no, él ya no estaba buscando la Casa Blanca (aunque ojalá la hubiera ganado. Gracias Mónica y Bill).

La siguiente no es película. Ayer Donald Trump retiró a su país del esfuerzo mundial conocido como El acuerdo de París contra el daño climático por decir que no le conviene a los intereses económicos de Estados Unidos. Como dudo que pase una vaca volando frente a la Casa Blanca y miles de personas se niegan a aceptar lo que los científico­s dicen y comprueban que es un hecho, creo que estas cintas serán cada vez menos entretenid­as con el breve pasar del tiempo. Tiempo, que ya no queda.

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