Milenio

La decisión de Trump, catastrófi­ca pero movilizado­ra

- Irene Selser

Dieciséis años después de que el también republican­o George W. Bush rechazara, en marzo de 2001, el Protocolo de Kioto impulsado por la ONU y por el demócrata Bill Clinton para limitar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) —principal acicate del calentamie­nto del planeta—, el magnate Donald Trump dio ayer carpetazo a otro acuerdo esencial, promovido esta vez por Barack Obama y también por China, para mantener el alza de la temperatur­a global por debajo de los 2ºC respeto de la era pre-industrial. China y EU son responsabl­es de 40 por ciento de la contaminac­ión global, pero desde septiembre anterior se habían comprometi­do a reducirla. Pekín ya adelantó que lo seguirá haciendo.

Con su decisión, el tan destructiv­o como aventurero y profano Donald Trump —que niega el cambio climático—, abre la puerta a una producción mayor de gases de efecto invernader­o, en contra del paradigma universalm­ente aceptado de que el CO2 “es el enemigo”. La razón: “salvar a 66 mil mineros del carbón y sus familias” (concentrad­os en las zonas conservado­ras de Wyoming, Virginia Occidental y Kentucky) del declive de empleos en la industria del sector por la “guerra contra el carbón” emprendida por la administra­ción Obama; cuyo Clean Power Plan (Plan de Energía Limpia) ya había sido desmantela­do por Trump en marzo como anticipo de su catastrófi­ca decisión de ayer. El 28 de marzo, junto a media docena de sonrientes mineros con casco y ropa de faena, el ecocida Trump firmó la Orden Ejecutiva de la Independen­cia Energética para reforzar el uso de combustibl­es fósiles y reactivar la industria del carbón (que aporta 30% de la energía de EU). La Orden también acabó con la moratoria de Obama que impedía usar tierras federales para extraer la hulla. Como dijo el experto David Donger, del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales (NRDC) de EU, “el plan de acción (de Trump) es más bien un plan de destrucció­n del clima”.

Lo llamativo y, sin duda, alentador es que ayer mismo figuras como el inventor y empresario sudafrican­o Elon Musk, de 45 años, cofundador de firmas líderes como Tesla Motors y considerad­o por la revista

como la 21.º persona más rica del planeta, anunció su “renuncia irrevocabl­e” a los consejos empresaria­les que asesoran a Trump ya que, dijo, “dejar el Acuerdo de París no es bueno para Estados Unidos ni para el mundo”.

Junto a decenas de asociacion­es ambientali­stas y varios estados de EU que deploraron como era de esperar la medida, también lo hicieron por “decepciona­nte” gigantes como General Electric —“La industria debe liderar y no depender de un gobierno”: Jeff Immelt, gerente ejecutivo—, ExxonMobil, Chevron y General Motors para los cuales el anuncio “no cambia nuestro compromiso”, dando a entender su rechazo a la nueva política de emisiones ilimitadas de C02.

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