Saldo preliminar actualizado
La opción del PRI en 2018 es maximizar la tendencia plebiscitaria y su oficio organizacional
El balance de las campañas electorales, estilos y reglas, es negativo, como lo comenté en mi artículo anterior. El saldo de la jornada electoral propiamente dicha, lo que sucedió durante el día 4 de junio hasta el inicio del cómputo distrital, es equívoco.
Han abundado, por un lado, los señalamientos a las deficiencias estructurales del sistema respecto de la segunda vuelta, coaliciones, candidaturas independientes. La discusión es extemporánea. Se tendría que haber dirimido mucho antes y ahora tendrá que resolverse después, a partir de 2019 y con una deliberación que abarque la naturaleza misma del régimen político: Presidencia de la República, Congreso federal, Poder Judicial, órganos autónomos, administración pública, fuerzas armadas. Lo elemental a la vez que lo esencial.
Aritméticamente, por otro lado, las elecciones más competidas como lo fueron las del Estado de México y Coahuila, ambas, podrían ser una tendencia, sin olvidar que las tendencias electorales y políticas no solo resultan de inercias subyacentes, sino que se construyen a partir de la identificación de esas inercias y la operación política consecuente a ellas.
Estado de México y Coahuila, parecidas en alta competencia, pero no iguales por una razón fundamental. En el caso del Estado de México, AMLO se metió de trasmano a la boleta y contendió a través de una botarga de apellido Gómez. ¿También lo hizo el presidente Peña Nieto y su gobierno? Sí, también. Legalmente, nada lo impide, es su doble prerrogativa de ser gobierno y de ser ciudadanos, aunque haya hasta priistas que no lo reconocen e incluso se avergüenzan de ello. No se han enterado de que se trata de una lucha por el poder, aprovechando todo el espectro y no solo una parte de la legalidad bajo la cual todas las partes estuvieron conformes con el solo hecho de competir.
La posibilidad de un plebiscito en la elección de 2018 es real. ¿Por López Obrador, sí o no?
De esta fecha a los registros de las candidaturas habrán de suceder muchas cosas que pueden modificar la posibilidad de esa tendencia. Basta mencionar, por ejemplo, que la presidenta del PRD ya salió a pararse en la esquina a ver quién da más. Ella preferiría con Morena, pero en la propia línea de su discurso, si no es con AMLO, con quien sea, que no sea el PRI. Si fuera con Morena, la diferencia sería casi inalcanzable y que sean los perredistas antes que nada quienes paguen las consecuencias. Si es con el PAN de Ricardo Anaya, a ver qué dicen los electores históricamente leales del PAN, pero podría hacerse una elección de tres y ya no un plebiscito. Si es con Margarita Zavala, será como la reedición de Josefina Vázquez Mota. Faltan piezas en el crucigrama.
Es cierto que Del Mazo gobernará contra la opinión distinta de 67 por ciento de la población. Perfecto. En esa lógica, Delfina, de haber ganado, gobernaría con 70% del desacuerdo o Josefina con 89% en contra.
Costosa y difícil para el PRI, ganó el Edomex y parece Perogrullo: ganar es mejor que perder. Y la opción del PRI en 2018 es maximizar la tendencia plebiscitaria y su oficio organizacional. Suena fácil, pero es dificilísimo. M