Gritan fraude, pero no rompen
Hay una gran desolación, frustración e ira ante la decadencia de la partidocracia. Al mismo tiempo el cinismo de ésta es ilimitado.
Es asombroso cómo pueden coexistir las peores trampas priistas con las respuestas demagógicas de sus opositores leales.
Ninguno se plantea derrumbar ese sistema mediante una acción política a su alcance: salirse de ese sistema para ponerlo en crisis definitiva.
Mientras se continúe participando se convalidará por más gritos que se den contra “el fraude”.
El tramposo sistema “político” está diseñado para sustentarse en la perversión, ambición e incongruencia de los “partidos” que lo integran.
Mientras subsistan los requisitos actuales para crear un partido será imposible romper el monopolio de la partidocracia. La solución es: para registrar un partido bastará con tener un programa, un estatuto y unos cuantos ciudadanos que los suscriban y serán los votos que obtengan los que determinen su existencia. Nada del otro mundo, así ocurre en España, en Francia y en otros países.
Para poner fin a la eterna corrupción que representa la gran ubre que es el financiamiento público a los partidos hay que eliminarlo. Acabar con “prerrogativas”, subsidios y demás canonjías para que los partidos sean sostenidos por sus militantes y simpatizantes. De esa manera se fundaron y trabajaron los partidos socialistas y comunistas mediante la cooperación de sus militantes.
Mientras haya tanta lana de por medio, ni los que proclaman mandar “al diablo sus instituciones” ni los que han vivido de ellas por casi un siglo, como el PRI con todas sus diferentes máscaras, nadie se atreverá a “destetarse” y dejar de mamar del presupuesto.
No somos marcianos: Si en Reino Unido Jeremy Corbyn, del ala izquierda del Partido Laborista, obtuvo una alta votación y arrinconó a Theresa May de los conservadores y le impidió tener la mayoría absoluta en el Parlamento, y en Iberoamérica las izquierdas ganaron electoralmente en Brasil, Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Uruguay, El Salvador, Ecuador, Paraguay o Venezuela, no es imposible un triunfo en México de una corriente como lo es el echeverrismo tardío de Morena.
Aunque griten fraude, nadie se va a salir. M