Somos un país pequeño, pero los lazos que nos unen tienen una larga trayectoria”
da, desearles una vida tranquila, en paz para que no tengan que pasar el sufrimiento que pasaron los habitantes de la aldea checa de Lídice”, señaló.
El jefe delegacional de Magdalena Contreras, Fernando Mercado, afirmó que San Jerónimo Aculco se convirtió en uno de los principales lazos con aquella nación y cada 10 de junio se recuerda a las víctimas y sobrevivientes “como si fueran nuestros.
“La unidad y solidaridad de la comunidad internacional con un pequeño pueblo al que el Nacionalsocialismo convirtió en cenizas, como acto de terror y propaganda, esparció sus semillas por el mundo y renació una y 10 veces más (...) se convirtió en una parte de nosotros, de esta forma hace 75 años uno de los pueblos más tradicionales de la capital mexicana, con un pasado orgulloso y rico en historia, tuvo el honor de compartir su nombre con el del pueblo hermano del otro lado del Atlántico”.
El embajador checo recordó que tras ser completamente destruido el poblado, la comunidad internacional apoyó para que el pueblo de Lídice quedara reconstruido entre 1949 y 1950; después sobrevivió a otra dictadura, hasta que en 1989 se refundó como un país democrático.
Resaltó que México es su principal socio en América Latina.
“Somos un país pequeño, pero los lazos que nos unen con México tienen una larga trayectoria (...) Para mi país, México es el socio más importante de toda América Latina, por ejemplo, en el ámbito comercial el año pasado el intercambio sobrepasó los 1.2 mil millones de dólares, que no está mal para un de 10 millones de habitantes, y lo que es más importante el intercambio sigue creciendo y el potencial de cooperación es muy grande”, afirmó.
Como cada año (esta ocasión un día antes de la fecha de conmemoración), se entonó el Himno Nacional mexicano y el himno checo, al tiempo que las banderas de las dos naciones comenzaron a izarse en la Plaza Lídice, un espacio de honra para los caídos de aquella barbarie.
Las vidas perdidas se representan con un jardín de rosas, “las que con sus perfumes ahogaron el fuego de las más cruentas armas”, según se lee en las placas conmemorativas colocadas en la plazuela, donde también el mural Luz y Muerte, de Ariosto Otero, rinde homenaje. m