La familia de las torsiones en yoga
Las torsiones se conocen en sánscrito como Parivrtta Sthiti, es decir posturas de giro en redondo o hacia atrás. La vida contemporánea, especialmente en las grandes ciudades, se ha vuelto sedentaria y estática, y ha hecho que la musculatura de muchos seres humanos pierda tono y flexibilidad, y esto incluye desde luego a la columna vertebral, cuyo erguimiento hace miles de años dio lugar a la evolución humana.
Rigidez, compresión y falta de flexibilidad son solo algunos de los efectos en la espinal dorsal que generan tensión, dolor, e incluso en algunos casos, imposibilidad de movimiento.
De entrada, la columna vertebral, por su morfología, tiene la capacidad de girar sobre su eje, llamada rotación axial, lo que permite realizar un conjunto variado de movimientos; las torsiones entonces traen grandes beneficios: Al girar el tronco sobre su eje las articulaciones vertebrales adquieren mayor elasticidad restaurando la movilidad de la columna y estimulando órganos como hígado, riñones, estómago, páncreas, bazo intestino delgado y colon.
La práctica de estas asanas ayuda a fortalecer los músculos del tronco, los extensores de la espalda, los abdominales y los glúteos, que son claves para estabilizar del cuerpo y reducir carga sobre la columna. El fortalecimiento de estos músculos crea un refuerzo alrededor del torso y un mayor espacio intervertebral, liberando presiones sobre los nervios y músculos.
Las torsiones, como expica la instructora Carla Sánchez, nacen en la pelvis y ascienden por la columna siendo más acentuadas en la zona dorsal y cervical. Estiran la musculatura que sujeta las vértebras y las fibras que organizan la posición de los discos, que están relacionadas con el equilibrio, y se exponen a debilitarse por la adaptación del esqueleto a las superficies planas de las ciudades, la mala postura, la falta de actividad física y el envejecimiento.
Las torsiones suministran un suave masaje a los órganos internos que activa los procesos depurativos del cuerpo; al “exprimir” los órganos internos, las toxinas se drenan y son desechadas del organismo por al baño de sangre fresca y limpia que reciben. Además, activan la digestión y aportan más energía a todo el organismo.
En el plano sutil, de acuerdo con el estudio publicado por Tryam Devi, esta familia de posturas tiene un claro impacto equilibrante en las emociones: “Es como si al girar la columna estrujásemos el sistema nervioso, una vez que las vértebras vuelven a su lugar se produce un flujo de sangre intenso en dos direcciones, hacia el cerebro y hacia las piernas. Este flujo es también energético y le da una sana sacudida a nuestro estado anímico ayudando a desatascar emociones estancadas y a darles salida”.
PRIMERO A LA DERECHA
Entendiendo que el ser humano es asimétrico por naturaleza, las torsiones deben iniciarse girando primero a la derecha, sobre todo si ejercen presión sobre el abdomen.
Si la torsión presiona el abdomen, por la presión del muslo, esto mejora el movimiento de los intestinos y por lo tanto la digestión. Al realizar la torsión primero a la derecha estimula directamente el colon, facilitándola. También son estimulados el hígado, páncreas y bazo, ayudando a su mejor funcionamiento, por lo cual los procesos depurativos son activados.
Girar a la derecha en diferentes disciplinas está relacionado con acelerar el organismo y girar a la izquiera está relacionado con hacerlo más lento. Siendo el abdomen una de las áreas más afectadas por el giro es importante promover la activación y no pasividad en nuestros órganos. Tradicionalmente, se habla del fuego digestivo o depurativo que queremos mantener activo en nuestro cuerpo para digerir la comida y purificar nuestra sangre, girar a la derecha promueve que los órganos de purificación y digestión obtengan de manera idónea su “combustible”, asimilen los nutrientes, y desechen las toxinas del cuerpo.