Milenio

“CADA CUADRO ES UN NUEVO INVENTO QUE ME LLEVARÁ A UN INVENTO MAYOR O A UN DESCUBRIMI­ENTO”

Hace años fue guía de museo y pudo observar durante meses la obra de El Greco para entender cómo crear la psique del retrato

- Por Avelina Lésper Fotografía: Octavio Hoyos

INVESTIGAR LA FIGURA HUMANA

Tengo un recuerdo: en la prepa me puse a dibujar a una persona sentada, me gustó tanto el resultado de ver una persona sentada y no ver el dibujo, sino ver a una persona sentada, que me pareció como un acto de magia. Desde muy chico yo quería ser inventor, no sabía qué era un inventor, pero quería ser inventor, y el dibujo y la pintura me ayudaron a ser inventor, aunque propiament­e no estoy inventando nada, pero me está dando la pila para ver qué más puedo encontrar, qué puedo experiment­ar, y mi primer momento fue dibujar la figura humana. Me gustó sentir que podía estar ahí sabiendo que no estaba ahí, saber que no era real pero en la sensación interna sí era real. Siento que cada cuadro es un nuevo invento que me llevará a un invento mayor o a un descubrimi­ento.

REALIDAD Y COLOR

Mi búsqueda no es hiperreali­smo ni nada de eso, aunque sí me gusta el parecido, lo que me gusta mucho es que estén proporcion­ados, que no estén distorsion­ados, no estilizo las proporcion­es, estilizo el color en la sensación que me pueden llegar a dar ciertas pinceladas y que se funden en el personaje. Cierto movimiento que puedo llegar a tener me da más que la foto, entonces puedo ponerle una sombra magenta y en la foto es cafecita y me da más la personalid­ad del retratado.

CONTINUAR APRENDIEND­O

Les digo a mis compañeros: “Quiero aprender a pintar” y creen que estoy jugando, que es broma. Quiero aprender a pintar porque aprender a pintar, no a hacer las cosas bonitas y bien, o sea, que la gente diga: “Ay, me interesa aprender a pintar pero no quiero aprender a dibujar”. Me puse de tarea dibujar dos cuadernos al año, lo necesito porque quiero aprender a dibujar. Aunque no nos demos cuenta, y cuando lo haces consciente ya sabes que quieres continuar con una inquietud y de una u otra forma estás aprendiend­o todo el tiempo, y eso es la pintura. Me pongo a revisar y digo: “Güey, estoy sentado pintando, parado, pero estoy mucho tiempo aquí encerrado”. Como una especie de ermitaño, y es muy loco porque es cotidiano pintar pero lo increíble de esto es que no es rutinario. Me organizo para que eso se convierta en disciplina, y la disciplina, habrá varias maneras de entenderla, pero la disciplina es darte ese tiempo para hacer lo que tienes que hacer, y si no tienes esa disciplina, pues es mejor dejar de hacerlo.

EL AMOR A LOS HIJOS

Es que con los hijos son otra historia, esta pintura es un momento cotidiano e íntimo, y lo que no ocurre con otras personas, pero sí pasa con los hijos, es una cosa muy extraña porque hoy vivo algo y mañana ya se fue y puede ser que nunca más regrese, y si no le pusiste atención se te escapa. Justo por eso me gustó pintar esto, porque son momentos que ya se fueron y que parece que van a permanecer, ese mes inmediato a la escena aún está muy presente pero pasa un año y ya no existe, tus hijos ya son otra persona. m

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