Milenio

No es Trump

- FERNANDO ESCALANTE GONZALBO

La clase política de los Estados Unidos, buena parte de ella, ha renunciado a ejercer cualquier clase de liderazgo internacio­nal. No descartan intervenir en donde sea, pero bajo la forma del manotazo. No es Trump. Dos de los más serios de su equipo, el director del Consejo Económico, Gary Cohn, y el asesor para seguridad nacional, el general R. H. McMaster, lo explicaron hace unos días, en el Washington Post: el gobierno estadunide­nse tiene claro que “el mundo no es una ‘comunidad global’, sino una arena” en que cada quien persigue sus intereses.

Más todavía. En su reciente viaje, dicen, “enviamos un mensaje muy claro a nuestros amigos y socios: donde nuestros intereses coincidan, estaremos dispuestos a trabajar juntos para resolver problemas y explorar oportunida­des”. O sea, que dijeron que Estados Unidos no tiene amigos, y su gobierno va a hacer en cada caso lo que le parezca más convenient­e.

Puso el remache el secretario de Estado, Tillerson, en su discurso de definición doctrinal: “América primero” significa distinguir entre los valores y los intereses. Los valores de Estados Unidos no cambian: la libertad, la dignidad humana, pero esos valores no pueden condiciona­r las decisiones políticas, que en cada caso seguirán lo que dicte el interés, así esto implique tolerar lo que sea. Y ha propuesto reducir a la mitad el presupuest­o de ayuda para el desarrollo.

No es solo Trump. Su equipo dice, sin lugar a dudas, que el país es un reflejo del presidente: mezquino, resentido, temeroso y abusivo. Varios jefes de Estado han tomado nota, Estados Unidos ya no es un aliado confiable. El cambio afecta a toda la trama de acuerdos, tratados e institucio­nes multilater­ales que se habían fraguado en los últimos 70 años. China tendrá un papel cada vez más importante, también Rusia, según en qué asuntos, y la Unión Europea, si persiste, pero nadie va a ocupar el lugar que tuvo Estados Unidos. La “comunidad global” va a tener que darse un nuevo arreglo.

El cambio afecta a México mucho más que a otros países —y el comercio en el TLCAN es un problema menor, en ese contexto. Se trata de definir una política exterior, para encontrar un lugar en el nuevo orden. Y empieza a ser urgente. M

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