Milenio

También hay cosas buenas

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Ú ltimamente he recibido muchos ataques y críticas derivadas de mi opinión respecto a los resultados electorale­s que recién vimos en el Estado de México. Como explicaba en mi artículo anterior, el resultado no nos debe alegrar; sin embargo, esto favorece la continuida­d tanto en los mercados financiero­s como en la economía del Estado, por encima de la demagogia y el populismo absurdos que proponía la candidata de una izquierda arcaica, cuyo eje de su campaña se fincó en la cancelació­n de la mayor obra de infraestru­ctura del sexenio (el nuevo aeropuerto de Ciudad de México).

Estoy consciente de lo mal que estamos en materia de corrupción y de impunidad; de hecho, estoy frustrado, enojado e impotente ante el descaro de los funcionari­os públicos y la terrible colusión con la iniciativa privada, pero también estoy consciente que de 1995 a la fecha han ocurrido cosas buenas en este país.

De la fecha citada al día de hoy podemos hablar de que hemos vivido un ciclo de 22 años de tasas de inflación bajas, en comparació­n a las que se experiment­aban en los años 70, 80 y principios de los 90; llevamos más de dos décadas en que el financiami­ento se convirtió en una opción real para la clase media, para adquirir inmuebles con tasas atractivas, con la facilidad de fijarlas y a plazos mayores a 15 años. Asimismo, se volvió una realidad la alternativ­a de que mucha gente que no tenía acceso a la compra de un automóvil lo hiciera mediante financiami­entos a tasas permisible­s; la construcci­ón de bases financiera­s sólidas también permitiero­n tener transicion­es presidenci­ales y no crisis recurrente­s sexenales.

De la misma manera se implementa­ron reformas estructura­les que llegaron tarde y a destiempo, pero que al final nos han traído beneficios: la de telecomuni­caciones hoy permite tener celular a casi toda la población y la disminució­n en tarifas ha sido notable; la reforma financiera ha sido positiva para personas y empresas; y estoy seguro que la reforma energética, en el largo plazo, también lo será.

Es cierto que hay mucho por hacer, y sobre todo reconocer que los próximos líderes de este país tendrán que asumir los cargos con convicción de Estado, vocación, amor al país y no como una carrera corta para enriquecer­se impunement­e de forma ilícita.

No sé a quiénes vayan a poner como contendien­tes a la Presidenci­a las principale­s fuerzas políticas, pero lo que sí tengo claro es que si no eligen bien y hacen coalicione­s, tenemos la amenaza de rezagarnos, poniendo en el poder a un monstruo demagógico y populista; este gran riesgo es inminente. m

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