Milenio

La prisa de López Obrador

- MARCO RASCÓN

Llama la atención la prisa de AMLO para olvidar y alejarse del Estado de México. ¿Fue madurez o derrota pactada abandonar a su candidata el 4 de junio y huir de la batalla estratégic­a a cambio de una gira a Culiacán ese mismo día?

A una semana de las elecciones en que la candidata de Morena quedó a 170 mil votos (2.2%) del candidato preferido del régimen, Andrés Manuel López Obrador tiene prisa para que el 4 de junio se olvide.

Aun sin derrota oficializa­da, López Obrador ordena a su partido celebrar un congreso extraordin­ario, que en realidad fue un mitin. Los suyos llegaron en busca de la verdad y salieron en turbas señalando que el 2018 es solo de ellos. ¡A todos se les olvidó por unanimidad lo sucedido el domingo anterior! Y ahí, arrebatado­s, lloraron de emoción al ser convocados a la nueva derrota.

Entre el 4 y el 11 de junio fue su Semana Santa, donde hubo pecado, pasión, condena y resurrecci­ón… pero no el perdón.

Durante esos días, López Obrador se fue a los cielos y ya no apareció en ningún municipio del Estado de México.

Pilatos pudo lavarse las manos sin presión de apóstoles con ciudadanos indignados y pudo elegir a Barrabás. Los fariseos por fin fueron expulsados del templo, porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el

reino de Dios (Lucas 18:25). ¡Aleluya! ¡Aleluya! En defensa de Delfina, que ya pocos se acordarán de ella salvo los que le reclamen, en su gira anunciada, del por qué no fueron convocados a defender el voto y AMLO pasó de mandar al diablo a las institucio­nes a hacerles el culto. Dudar es pecado.

La importanci­a de sus actos no son menores, pues contra su discurso moralista se va revelando el papel que juega ante la crisis de dominación de la oligarquía mexicana.

Ante un sistema electoral que ya no sirve ni para gobernar ni para hacer fraudes y tampoco para revertirlo­s, nada mejor que derrotas inexplicab­les ante la debilidad electoral del PRI y una oposición gritona, que huye siempre y manda mensajes “lejos y fuertes” que garantizan y anuncian la derrota.

AMLO ya decidió que el Edomex fue una lucha más, sin importanci­a. Para él solo son importante­s las prerrogati­vas extraídas de ahí para su campaña y un posible pacto con los inversioni­stas del nuevo aeropuerto, a los cuales amenazó y ahora libera, minimizand­o y olvidando a Delfina.

Ni Morena y su postura ni el PRD con el PAN ni una alianza entre ellos puede unificar al país y tampoco ser alternativ­a en 2018. Demostrado está.

AMLO significa una nueva derrota. Hace imposible, lo posible.

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